Las obras de rehabilitación de la iglesia de San Vicente do Pino han dado pie a un singular hallazgo arqueológico en la zona donde se encontraba la sepultura del octavo conde de Lemos, Francisco Ruiz de Castro, muerto en 1637. En el subsuelo de la capilla de Monserrat, bajo la lápida del sepulcro condal, han aparecido cuatro antiguos enterramientos cuya existencia se desconocía por completo. De momento no se puede saber a qué época corresponden, ni si alguno de ellos pertenece al mencionado personaje. Ni tampoco podrá saberse en un plazo breve, ya que la intervención en curso no prevé una investigación de arqueología forense como la que se requeriría para averiguarlo.
Mucho antes de levantar el pavimento de la capilla, según explica el párroco César Carnero -delegado de patrimonio histórico de la diócesis-, había sospechas de que la sepultura del octavo conde podía haber sido alterada en algún momento, ya que la lápida no tenía la cabecera orientada hacia el retablo de la Virgen, como sería de esperar y como de hecho están dispuestos los recién descubiertos sepulcros, sino que estaba colocada en sentido transversal a estos. Carnero opina que la lápida fue cambiada de lugar durante las obras de instalación del retablo que preside la capilla, a principios del siglo XVIII: «Este retablo ocupa máis espazo que o que estaba antes no seu lugar e a sepultura do conde, tal como estaba orixinalmente, debía ser un estorbo para instalalo, así que seguramente a mudaron entón de sitio», explica.
Las tumbas recién halladas podrían ser más, ya que puede haber otras en las partes del subsuelo de la capilla que todavía no se examinaron. Se trata de cuatro ataúdes cuya madera está prácticamente descompuesta, uno de ellos provisto de adornos metálicos. Mezclados con la capa de tierra que cubría estas tumbas han aparecido además numerosos huesos humanos que posiblemente pertenezcan a una época más antigua. «É probable que para rechear o piso da capela utilizasen terra sacada do lugar onde estivera o cemiterio do mosteiro na época medieval, polo que non é de estrañar que con esa terra viñesen mesturados todos estes ósos», apunta Carnero.
Protección
Dada la imposibilidad de efectuar ahora una investigación arqueológica amplia sobre este hallazgo, lo que se hará es proteger las tumbas con malla geotextil y reponer el pavimento cuando hayan terminado las obras de rehabilitación en esta parte de la iglesia. Los trabajos de rehabilitación requieren levantar todo el pavimento del templo para solucionar los problemas de humedad y reparar otros desperfectos que puedan detectarse en el subsuelo. «É unha pena, pero haberá que esperar a outro momento máis favorable para obter a información histórica que nos podarían proporcionar estas sepulturas», señala el párroco.