Cita con la memoria en Cortapezas

X. Carreira

LEMOS

El hijo de Severino Rivas, ex alcalde socialista de Castro, asesinado en 1936 volvió a reecontrarse en Portomarín con quienes le descubrieron donde estaba su padre

07 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El día 19 de agosto de 2005, Darío Rivas Cando, fue a Cortapezas (Portomarín) a recoger los huesos de su padre que fue asesinado en 1936 y enterrado en una fosa detrás de la capilla de dicha parroquia. El pasado jueves, tres años y 16 días después, pocas horas antes de regresar a Buenos Aires, donde reside habitualmente, quiso volver al mismo lugar para citarse de nuevo con la memoria triste y, al mismo tiempo, reencontrarse con aquellos vecinos que le prestaron una inestimable ayuda para hallar los restos de su padre, objetivo que se había marcado muchísimos años antes y que hasta entonces no había visto cumplido. Severino Rivas Barja, la persona asesinada, era el alcalde socialista de Castro de Rei.

La primera visita que efectuó esta misma semana en Portomarín fue a un bazar de la plaza principal en el que, por cosas del azar o del destino, entró en 1994 para comprar unas chucherías para regalar a sus amigos bonaerenses y, sin esperarlo, salió con la noticia que llevaba buscando casi toda su vida: saber el lugar dónde estaba su padre muerto. Fue la mujer que atendía el bazar quien, interesada por su procedencia, comenzó a preguntarle algunas cosas. Darío le contó que era de Loentia, en Castro de Rei y la responsable del establecimiento en aquel momento tiró de la memoria y le contó lo sucedido en el 36 en Cortapezas donde habían paseado a un hombre joven «que fora alcalde de Castro». La noticia debió ser para el único hijo vivo de Severino, como una bomba.

Darío le está sumamente agradecido a esa mujer. Por eso en su reencuentro con Portomarín fue la primera persona a la que quiso visitar. No lo consiguió. El tiempo no pasa en vano y la anciana mujer tuvo algunos reveses serios de salud. Se encontraba en Lugo, razón por la cual el hijo del ex alcalde socialista de Castro en los tiempos de la República, sólo pudo entrevistarse con la hija y el yerno de quien le había contado sus recuerdos.

Sí pudo fundirse en un abrazo muy emotivo con Manuel Fernández, de 89 años, de la casa de Salgueiro de Cortapezas, muy cerca de la capitalidad municipal. Este hombre fue el que le indicó el lugar exacto donde se encontraba enterrado su padre y le proporcionó otros detalles del sangriento suceso. En el pueblo, la noticia de los asesinatos realizados por los falangistas está muy presente y todavía hoy muchas personas prefieren cortar cualquier intento de conversación sobre el tema con la fría advertencia de que «foron cousas doutros tempos que xa pasaron e non se gana nada con remover».

«¡¡Recordo home recordo, como non vou recordar!!. Estivemos velando os cadáveres un día enteiro os veciños», dice Manuel Fernández cuando se le pregunta por lo ocurrido. En la conversación entró también un vecino de este hombre, mucho más joven que él, quien advirtió de que un tío suyo fue quien vio a los muertos tirados cuando iba con las vacas. «Pasou tamén o carteiro, e foi quen deu parte a Garda Civil en Portomarín», le contaron el pasado jueves en Cortapezas a Darío.

Los dos hombres fueron aseinados en el Monte de Barreiro. Quedaron tirados en un camino. Los vecinos recordaron que luego fueron enterrados en la parte de atrás de la capilla entre unas lajas de piedra que, luego, llegaron a desaparecer. El cura no autorizó a que fuesen al cementerio que estaba sólo a tres pasos del lugar. Actualmente, ni en el cementerio, ni en el atrio, hay un recuerdo de lo sucedido el 29 de octubre de 1936. Sí hay una placa de bronce que conmemora la restauración de la capilla.

Darío, que fue enviado por su padre a Argentina, nunca llegó a saber hasta hace unos años lo que le sucedió a su padre. Sus propios hermanos, que se enteraron del asesinato y del lugar donde estaba enterrado, nunca se lo dijeron. Era tema tabú en la familia. Con mucho esfuerzo y, sin desistir ni un instante pese a su edad, acabó por saberlo casi todo.