Torres sobre la ribera en Marce

C. Rueda / F. Albo

LEMOS

Un peculiar pasado histórico caracteriza a un pueblo de Pantón que antaño tuvo gran importancia en la comunicación entre las orillas del Miño

26 feb 2008 . Actualizado a las 10:53 h.

El pueblo de Marce, en la parroquia de Vilar de Ortelle, en Pantón, merece una visita por sus valores paisajísticos, su patrimonio histórico y su singular pasado. Para llegar a esta localidad hay que salir de Ferreira de Pantón por la carretera que lleva a Escairón. En el kilómetro 4 hay un desvío hacia Santa Mariña y Marce, que dista 5,5 kilómetros del cruce.

Marce conoció antaño una importante actividad económica. Hubo épocas en las que llegó a ser la segunda localidad más poblada del municipio, después de la capital. Aún recuerdan los vecinos los tiempos en que aquí había casi tantos negocios como en Ferreira: las forjas de casa Ferreiro y la de Penas, dos panaderías, dos tiendas de comestibles, funeraria, sastrería, barbería...

Esta prosperidad quizá tenía bastante que ver con su estratégica ubicación en las proximidades del Miño. Por Marce pasaba un antiguo camino de gran importancia para las comunicaciones con las tierras de Carballedo y Chantada, en la orilla puesta. El paso del río se efectuaba a través del puerto de Chouzán, también llamado Monsulio en los documentos medievales. Seguramente para controlar este paso se construyó en la Edad Media una fortaleza - llamada Castelo de Marce- sobre un promontorio en las proximidades de un asentamiento de origen prehistórico, el castro de Marce. De esta primitiva fortaleza sólo quedan grandes cantidades de piedras diseminadas por el lugar.

Antigua atalaya

Posteriormente se construyó la llamada torre de Marce, ubicada al sureste del pueblo, de la que hay menciones en los siglos XV y XVI, y que siguió cumpliendo la función de vigilar y defender el puerto de Chouzán, formando parte de los dominios de los condes de Lemos. Construida en sillería de granito, de ella sólo quedan hoy en pie dos plantas y está dedicada a funciones que nada tienen que ver con su pasado militar, ya que se utiliza como alpendre y almacén de hierba. La tradición local recuerda las dimensiones que tuvo en otro tiempo, quizá con alguna exageración, ya que se decía que la sombra que proyectaba la torre llegaba hasta la margen opuesta del Miño.

Cerca de la antigua construcción se levantó, en el pasado siglo, otra torre en memoria de los vecinos de Marce emigrados en Buenos Aires. Es la llamada torre del reloj y fue construida con fondos aportados por estos emigrantes. Canteros venidos de Pontevedra la edificaron con piedra extraída del mismo lugar donde está asentada.

Otra característica de Marce era su notable abundancia en manantiales, que brotaban en distintos puntos de la localidad y que proporcionaban agua para el riego de prados y huertas y para alimentar las fuentes públicas y lavaderos. Siete son las fuentes de las que todavía mana agua y que reciben los nombres de Fonte das Penas, da Vila, Carballal, Bispo, Caborca, Pidreira y Caballera. La fuente de Caballera destacaba sobre las demás por su rica ornamentación y por estar excavada en un talud en forma de mina, con una longitud superior a los veinte metros. Se encuentra en la parte alta del pueblo y suministraba agua a las viviendas situadas a su alrededor.

La mayor parte de estas fuentes tenían regulado su caudal mediante una serie de pequeñas presas que estaban distribuidas por todo el pueblo. Cada uno de los regantes poseía su propia presa y tenía asignadas unas horas determinadas para regar.