En Galicia existen unas 4.000 personas (de las 30.000 que hay en toda España) que carecen de un techo bajo el que cobijarse. Aunque las cifras no son oficiales -pues, precisamente, la amplia mayoría no están empadronados en los ayuntamientos correspondientes y eso impide registros numéricos exactos-, datos y estimaciones de este tipo los manejan organizaciones como Cáritas. La atención a las personas que sufren esta situación queda casi siempre en manos de instituciones religiosas, organizaciones de voluntarios o también entidades privadas. En el caso gallego, fue precisamente Jesús García Vázquez, delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Santiago, quien puso esas cifras sobre la mesa el pasado viernes en Compostela durante la presentación de la campaña Sin Techo. La crisis económica ha dejado a muchos al borde de la exclusión social, hasta el punto de llegar a ser, como explicó García Vázquez, «pobres de solemnidad, nadies e invisibles».
Nuevos perfiles
El perfil de las personas en esa situación respondería a personas de entre 40 y 60 años que, tras perder el empleo, la casa, su pareja o incluso a sus hijos, llegan al punto de vivir con una carencia extrema, deambulando por las calles sin domicilio, en condiciones límites en el plano psicológico y, con relativa frecuencia, también sufriendo algún tipo de adicción. En los últimos tiempos se han detectado nuevos sectores donde arraiga la pobreza: no hace mucho se empezó a hablar de los llamados pobres de corbata -aquellos que se quedaron sin nada, sobre todo tras el derrumbe económico del ladrillo, después de llevar una vida normal-, a los que se suman también un grupo importante de inmigrantes indocumentados -especialmente portugueses y rumanos- y otro de mujeres de mediana edad.