El ganador de «Pasapalabra» acusado de estafa asegura que intenta devolver el dinero

a. mahía A CORUÑA / LA VOZ

GALICIA

El imputado prometía unos intereses tan elevados que llevó a los jueces a pensar que algunos de los afectados eran víctimas de su propia «ambición

29 nov 2011 . Actualizado a las 11:25 h.

Miguel Rodríguez ocupó por primera vez el banquillo de los acusados después de que decenas de personas lo denunciasen al considerarse víctimas de una estafa millonaria supuestamente urdida por este coruñés que en el 2007 ganó el mayor premio que se había dado en televisión, pues se hizo con 240.000 euros en el concurso Pasapalabra. Invertía en bolsa el dinero de sus clientes, a los que ofrecía hasta un 10 % de beneficio mensual. Hasta ahora, distintos juzgados archivaron las causas que se seguían contra él al entender los magistrados que en el ánimo de este inversor no estaba el de engañar a nadie o quitarle el dinero. Además, el imputado prometía unos intereses tan elevados que llevó a los jueces a pensar que algunos de los afectados eran víctimas de su propia «ambición», al llegar a creer que podían ganar tantísimo dinero de forma muy rápida y sin riesgo alguno.

Pero esta vez el fiscal pidió su procesamiento al entender que cometió un delito de estafa contra tres personas que entregaron a Miguel Rodríguez 61.000, 21.000 y 11.100 euros y lo perdieron todo. Por ello la acusación pública solicita que sea condenado a cuatro años de prisión, mientras que la acusación particular, ejercida por el letrado Rubén Veiga, pide que la pena sea de seis años.

Miguel Rodríguez les prometió un 10 % de interés mensual. Al principio, el dinero corrió a espuertas. Pero tan pronto comenzaron a patinar los parqués bursátiles, aquella bonanza se volatilizó. Fue entonces cuando aquellos pequeños inversores denunciaron a este asesor financiero de 41 años.

Desde el banquillo, el procesado explicó que se dedicaba a asesoramiento financiero y gestión, que era administrador y único empleado de la empresa, que se dedicaba a invertir capital a través de un cliente inicial. Miguel Rodríguez dijo que «las personas sabían que era una inversión financiera de alto riesgo. Lo sabían porque venían sabidos, por así decirlo». Tuvo la oficina abierta hasta mayo del 2006 y luego cerró porque no tenía capacidad de pago, pero gestionaba con los clientes con un despacho de abogados para tratar la deuda. «Yo desde el primer día me comprometí a devolver ese dinero y estoy intentando trabajar para devolverlo». De hecho, muchos de los inversores recuperaron el dinero en los últimos años. Aseguró que tuvo unos 40 clientes, de los que «como mucho» incumplió contrato con 15.