Un incendiario anda suelto

José Francisco Alonso Quelle
José Alonso A PONTENOVA / LA VOZ

GALICIA

Los vecinos de Vilameá, una parroquia del municipio de A Pontenova, conviven con un desconocido que ya ha tratado de quemar dos casas

26 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Estou moi preocupado, ¿pero quen me quererá mal a min?». Una de las víctimas del incendiario que atemoriza un pequeño barrio del municipio lucense de A Pontenova (2.785 habitantes) hablaba así de su desdicha. El comentario circula por el pueblo, pero es imposible de contrastar. En Vilameá casi todos callan, recelosos, desconfiados. Hablar es un riesgo y la lógica se impone: ¿para qué correrlo y granjearse la enemistad del incendiario?

El tiempo va haciendo su trabajo y con el paso de los días las cosas tienden a normalizarse. Hace una semana, en Cadavedo, una barriada con unas decenas de vecinos de Vilameá, el panorama era muy diferente. Entonces, en la medianoche del jueves 17 al viernes 18, comenzó la pesadilla. Alguien prendió fuego a la leña apilada al lado de una casa donde dormía una anciana enferma y su asistenta. Fue esta la que advirtió lo que ocurría y dio la voz de alarma. Todo quedó en un susto. ¿Un accidente? Sobre esas horas alguien rompió de una pedrada un contador de otra vivienda. ¿Una broma pesada? En poco tiempo se confirmarían las peores sospechas.

El sábado 19 una pareja de ancianos de Cadavedo había salido para asistir a una matanza en la casa de otro familiar. Un yerno acudió a dar de comer al ganado y, sobre las siete de la tarde, se fue. Alguien lo observaba oculto, porque en cuanto la vivienda quedó vacía, a los pocos minutos comenzó a arder la hierba seca apilada en un cobertizo anexo. Fue el segundo incendio en dos inmuebles separados apenas unos 200 metros. Un vecino vio el humo, avisó y con otros corrieron a apagarlo.

La excepción

En Vilameá, la imagen de un extraño provoca recelo. Los vecinos son amables y hablan, aunque con reservas. Parece imposible que alguien se pronuncie públicamente. Marcos Álvarez es la excepción. Como miembro de Protección Civil tiene a sus espaldas la extinción de muchos incendios: «Sempre tes sospeitas, pero non se pode falar? non hai probas», señala. Y añade: «Son lumes para facer dano, porque están pegados ás casas». Desde hace unos días, de vez en cuando sale por las noches a dar una vuelta por los alrededores de la suya, y como si necesitase de una justificación, matiza: «É que teño herba seca». «¿Medo? Home, o chispazo pode caer en calquera sitio», dice, zanjando la conversación.

Los silencios a veces dicen mucho. En Vilameá lo hacen. Aparentemente no se encuentra explicación a lo que ha pasado. No hay casos de enemistades personales que justifiquen un arrebato, ni conexión entre las víctimas. «O autor ou autora de lonxe non é», dice un lugareño, y al instante añade: «Pero a min non me cites para nada».

«¿Se hai medo no pobo? Home, o chispazo pode caer en calquera sitio»

Marcos Álvarez