Un conductor resulta herido al atropellar un jabalí en Mos

p. blanco, e. v. pita, d. cela REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

En la provincia de Lugo se registraron ayer seis choques con animales salvajes

12 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Un hombre de 30 años, C.?S.?U, resultó herido leve en la madrugada de ayer tras atropellar con su vehículo a un jabalí. El accidente se produjo en la N-550, a la altura de la parroquia de Louredo, en el municipio de Mos. Tras la colisión, el conductor fue trasladado en una ambulancia del 061 al hospital Meixoeiro de Vigo. Por otra parte, en la provincia de Lugo, Tráfico levantó ayer seis atestados por atropellos a corzos y jabalíes. No hubo heridos.

Este tipo de accidentes son frecuentes en Galicia, sobre todo en esta temporada. Diversos informes señalan que una señalización adecuada y clara, así como medidas de prevención en los viales (vallados o pasos de fauna, por ejemplo) son claves para evitar este tipo de siniestros. Una velocidad adecuada al nivel de peligro y estar alerta son también factores fundamentales. En las páginas turísticas de Suecia (hubo en el 2010 más de 40.000 accidentes), Finlandia o Noruega -países donde muy frecuente el tránsito de alces o renos por las vías, entre otros animales- se llama la atención específicamente sobre la necesidad de extremar la precaución en las carreteras por ese motivo.

Con respecto a lo que ocurre en Galicia, hay varias posiciones. «La Administración adolece de desidia en la implantación y conservación de medidas de seguridad en los viales, así como de la necesidad de mantener limpios los montes», manifestaba ayer Julio Ortega, delegado de la asociación Libera! en Pontevedra, añadiendo que «los animales no invaden territorio alguno, sino que se desplazan por su hábitat, cada vez más afectado por la acción del hombre y la aparición de infraestructuras. No es por tanto culpa del animal». Desde la entidad responsabilizan a la acción de los cazadores -pese a que ellos se definen, en cambio, como efecto de control del problema- de la disgregación y desorientación de la manada. «Coadyuvan con sus prácticas al incremento de situaciones de peligro y, por consiguiente, de accidentes», considera Ortega.