El vigués que mató a su esposa acababa de separarse de ella

e. v. pita VIGO / LA VOZ

GALICIA

La víctima fue acuchillada tras dejar a sus dos mellizos en el colegio

12 oct 2011 . Actualizado a las 19:58 h.

El autor confeso del asesinato de su esposa en Vigo, Francisco Rafael Álvarez Martínez, de 41 años, permanecía detenido, al cierre de esta edición, en la comisaría a la espera de ser llevado a declarar ante el titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Vigo, Ventura Pérez Mariño. El implicado se presentó ayer a las 14.45 horas en la comisaría de la calle López Mora para confesar que había acuchillado a su esposa Cristina González Sacau, de 39, y madre de sus dos mellizos, de 8 años. Este es el segundo crimen de violencia machista en Galicia este año y el número 49 en España.

La pareja se había separado este verano y no había denuncias previas por malos tratos. Ella se había quedado a vivir con los pequeños en el chalé que levantó el matrimonio hace 10 años tras comprar el terreno en el Camiño do Breadouro, 56, en la parroquia de Coruxo. Tras la ruptura, él se mudó a la casa de una familiar cercana, en Combro.

La autopsia a la víctima, en el hospital Nicolás Peña, revelará la hora de la muerte, pero una vecina oyó gritos de la mujer entre las 9.30 y 9.45 horas, por lo que todo apunta a que el marido perpetró el crimen cuatro horas antes de entregarse.

Dos vecinas oyeron discutir a la pareja por dinero durante varios días de la semana pasada. El marido iba por las noches a visitar a los hijos y se hacía cargo de ellos durante el fin de semana. El pasado viernes, según la vecina colindante, Nucha Evangelina, la pareja discutió fuertemente en el patio. «Él llegó en coche y ella pidió que le diese más dinero. Ella tenía mal genio y él hablaba poco», dice Nucha, que el lunes los volvió a ver juntos.

Otra vecina se cruzó ayer por la mañana con Cristina en el colegio, adonde llevó a los niños a clase de tercero de primaria en el colegio de A Carrasqueira. Al volver a casa, a las 9.45 horas, otra vecina que salió al jardín oyó «gritos desgarrados de dolor. Fue terrible, como si le diesen una paliza». Una voz de mujer rogaba piedad: «Por favor, por favor». Y llegó el silencio. Como no vio nada raro, la vecina no alertó a la policía.

A las 14.45 horas, Francisco se subió a la furgoneta de su carpintería, se presentó en la comisaría y confesó que había matado a su esposa. Una patrulla halló el cadáver de la mujer en el pasillo, boca arriba y con varias puñaladas. Había sangre por el corredor y, al lado, un cuchillo. La Policía Científica tomó huellas de la cocina ordenada.

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