Sito Miñanco disfrutará este fin de semana de su primer permiso

j. á. fariñas REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

El magistrado resuelve a su favor el recurso presentado contra la negativa del juez central de vigilancia penitenciaria a concederle un permiso.

26 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Cuando aún no han transcurrido diez años desde su último ingreso en prisión tras ser sorprendido in fraganti mientras coordinaba vía satélite desde un chalé de la periferia de Madrid el transbordo de 3,5 toneladas de cocaína desde el mercante Agios Costandinos al pesquero Tatiana, en aguas del Caribe, José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, disfrutará este fin de semana de su primer permiso penitenciario.

Su eficiente equipo de letrados, tras varios meses de complejas gestiones, consiguieron que la Sección Primera de la Sala de lo Penal, que preside el magistrado Javier Gómez Bermúdez, dictase un auto la pasada semana en el que resuelve a su favor el recurso presentado contra la negativa del juez central de vigilancia penitenciaria a concederle un permiso que contaba con un durísimo informe en contra de la Fiscalía Antidroga y del educador de la prisión.

Los buenos oficios de su equipo jurídico habían conseguido hace meses un informe favorable de la junta de tratamiento de la prisión de Huelva, donde estuvo recluido hasta que hace algunas semanas Instituciones Penitenciarias decidió su traslado al penal de Algeciras. Un traslado que, según fuentes penitenciarias, no sería ajeno al malestar generado por el aludido informe de la Junta de Tratamiento de Huelva, una prisión donde, según las aludidas fuentes, se le permitía tener un peculio -dinero para gastos corrientes dentro de la cárcel-, en una cuantía no habitual.

Miñanco, que es reincidente y tiene un amplio historial penitenciario desde su primera detención, también en la periferia de Madrid, en enero de 1991, acabará de cumplir su actual condena de 16 años y 10 meses en el 2018. Un cumplimiento que en parte se solapa con el de la primera -20 años y tres meses-, que tendría que cumplir íntegramente al haber quebrantado la libertad condicional a la que accedió a finales de los noventa. La sala que le concedió el permiso asume que existe un riesgo de mal uso del mismo.