Christian, 17 años: «Oito cubatas para toda unha noite non chegan a nada»

La Voz

GALICIA

15 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Antes de encontrar a las chicas del cumpleaños en el parque infantil, charlamos un rato con Christian, un chaval de 17 años que está con un grupo de amigos y amigas frente a la discoteca del dos por uno. Está en cuarto de ESO con un curso de retraso. No, no hace botellón. Al menos hoy: «Iso surxe de improviso; cando hai algunha festa. Se non vimos por aquí a tomar algo dentro». Cinco euros, dos copas. Hora feliz hasta las cuatro de la mañana.

-¿Cuánto crees que te vas a gastar?

-Polo menos vinte euros.

-Eso son ocho copas...

-Oito cubatas para toda unha noite non chegan a nada.

Entre cubatas, tabaco y algo de gasolina si hay que escotar, multiplicado todo por dos, porque Christian sale dos días a la semana, la suma se pone en casi cincuenta euros. Se los dan sus padres, dice.

-¿Tienes una paga semanal?

-Non. Só teño que pedir. Como nun caixeiro.

Nuestro hombrecito recuerda haber empezado a consumir alcohol a los catorce años «Pero entón chegábanme cinco euros». Ahora no, claro. «Unha vez collín unha bastante forte. No meu 16 cumpreanos».

-Pero la experiencia no te hizo cambiar...

-Xa ve que non.

Con determinación

Christian dice que en su casa no esconde nada: «Eles me din o que hai. É como cos estudos. Non me están todo o día estuda, estuda, estuda. Me din: ?Como non estudes ti verás de que traballas?. Co alcohol é igual».

Con la misma determinación que razona su forma de salir de noche, Christian cree que esto cambiará con el tiempo. Dice que hará una FP cuando acabe la ESO y espera estar trabajando en dos años. ¿Novia? «Non, así non lle tengo que dar explicacións a ninguén».

A nuestro alrededor pulula la chavalada que entra y sale de la discoteca, todavía en las primeras horas de una larga noche. Pese a ello, a diez metros de nosotros, una rapaza vomita contra un contenedor. Nadie parece hacerle mucho caso. No hay botellón por allí. Ni pequeño ni grande. Los bares y sus precios parecen atender sobradamente la demanda. Christian me mira con cara de interrogación: «¿Xa está?». Sí, muchas gracias. «Pois voume para dentro».