El desplome de la construcción nubla el paraíso andorrano

maría cedrón ANDORRA / ENVIADA ESPECIAL

GALICIA

La pérdida de cobertura social tras quedar en paro y la falta de prestaciones por desempleo obligan a muchos gallegos a dejar ese pequeño Estado de los Pirineos

09 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La primera vez que Rocío Fernández fue a Andorra, hace diez años, llegó en «o barco». Es el nombre que los emigrantes dan al Lázara, el autobús que parte de Portugal hacia Galicia para luego virar rumbo a ese pequeño Estado sumergido en medio de las montañas del Pirineo, un lugar que carece de línea de horizonte al estar sumergido entre montañas. Todavía puede verse ese coche de línea llegar cada martes a la capital de un país con solo 85.168 habitantes.

Fueron dieciséis horas de viaje, un camino largo para una vecina de Valga que, a los 22 años que tenía entonces, nunca había salido de Galicia. Pero no iba sola, la acompañaba su esposo Ricardo y un contrato de trabajo en un hotel donde todavía sigue empleada. Hace diez años, cuando esta pareja pontevedresa aterrizó en Andorra, todavía corrían buenos tiempos en este lugar, que el mes pasado dejó de ser paraíso fiscal para España al entrar en vigor un acuerdo rubricado justo un año antes entre ambos países y que permite el intercambio de información del fisco.

Llegaron durante la que, según cuentan los emigrantes en la zona, fue la última oleada de gallegos que desembarcaron en ese territorio. «Daquela deberon vir uns 300. Houbo tamén algún que marchou e que non se deu de baixa no Común [ayuntamiento]», recuerda Ricardo. Luego siguieron viniendo algunos, pero en un goteo mucho más espaciado y en medio de una abundante lluvia de portugueses y argentinos, que llegaron para trabajar en las pistas de esquí.

Declive de la construcción

Ahora, las cosas han cambiado. Andorra ya no es lo que era. «Pecharon o cupo para vir traballar e prefiren coller para a temporada aos que teñen xa permiso de estancia», explica un emigrante de la provincia de Ourense. Y es que la caída del sector de la construcción ha lanzado a muchos gallegos al paro, y los que antes ganaban unos 2.500 o 3.000 euros al mes en el ladrillo prefieren regresar o buscar algo en otro lugar antes que trabajar en la hostelería. Ahí el sueldo base es mucho menor. Ronda los 960 euros, que luego pueden llegar a 1.200.

Por eso, como constatan fuentes de la Casa de Galicia en Andorra la Vella, se han ido muchos. Aunque en los datos del padrón de rspañoles residentes en el extranjero (PERE) no se aprecia todavía el descenso (esta estadística empezó a elaborarse en el 2009), los del censo electoral de residentes ausentes (CERA), relación que recoge a los gallegos del exterior con derecho a sufragio, muestran ya el descenso. De acuerdo con estas últimas cifras, ahora tienen derecho a voto en Andorra 2.290 gallegos, mientras que en el 2006 eran 2.443.

El descenso no es muy acusado, también porque muchos de los que vienen por temporada no habían cambiado el domicilio, pese a haber tenido que pasar las pruebas pertinentes para poder trabajar en Andorra. Por ejemplo, han tenido que superar un examen médico.

Lo que tienen claro los gallegos que están en Andorra es que el se queda lo hace porque tiene trabajo. Y es que aquí no hay paga por desempleo ni tampoco seguridad social. «A cobertura dura ata vinte días despois de ter deixado de traballar», dicen. Y mientras se está ocupado tampoco cubre el 100% del gasto. Hay muchos que tienen seguros privados para poder tener cubierta la parte que falta para llegar al máximo. Y la falta de trabajo implica también la pérdida del permiso de residencia.

Matrícula

El escenario que viven ahora buena parte de los gallegos de Andorra lo describe perfectamente Ángeles Fraga, una vecina de la parroquia de Lanzós, en Vilalba, que llegó por primera vez en 1987. Luego retornó a Galicia y regresó en el 2003. «Acórdome da matrícula do coche no que viñen. Era un Peugeot, 33408», recuerda. Porque todos los emigrantes, o al menos la mayoría, tienen grabada en la memoria la fecha en la que cambió su vida. Muchos de quienes hicieron la maleta para venir a Andorra ven que ahora las cosas no son como esperaban. «Aquí agora non podes ter o luxo de quedar sen traballo -explica Ángeles-. Agora bloqueouse todo. Non hai saída. Coñezo xente que tivo que marchar porque non pode aguantar aquí cando só traballa un na parella. O Goberno non dá nada», apunta.

Jubilación por puntos

Y una de las grandes preocupaciones es la jubilación. Lo confirman fuentes del Consejo de Residentes Españoles en Andorra (CRE), que reclaman una agregaduría laboral para el principado. Y es algo que piensa también Antonio Tenreiro. Es escultor, pero trabaja como conserje en un colegio. Este vecino de Vilalba explica cómo se calcula. En función del trabajo que tengas hay tres grupos diferenciados y en cada uno de los cuales pagas una cantidad, en relación al salario, por lo que obtienes unos puntos. La cotización del punto está ahora a 16,49 euros y por cada uno cobrarán luego 1,98 euros. «Teño 5.178 puntos ata agora. Entón multiplicas por 1,98 e divides entre doce meses. Eso é o que cobraría», explica este hombre que lleva trabajando desde 1971.

Hostelería

Tras la caída de la construcción, es donde hay mayor número de puestos. El sueldo base es de unos 960 euros de media, que puede llegar a 1.200. La construcción aportaba salarios de hasta 3.000 euros. El alquiler de un piso con dos habitaciones cuesta unos 650 euros.