Coparentalidad, el factor protector

La Voz

GALICIA

30 ene 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

onsiderando el número de menores que tienen que sufrir una relación conflictiva de sus progenitores tras la separación, así como las consecuencias psicosociales negativas que conlleva no mantener contacto con uno de ellos, los PEF desempeñan un papel clave para la protección de la infancia y adolescencia. Para algunos casos, son la única vía para defender al menor, pero deberían considerarse como un recurso excepcional, temporal, nunca permanente.

Desgraciadamente, algunos menores van a los PEF desde que sus padres se separan hasta que cumplen la mayoría de edad. Por eso los PEF deberían ir acompañados de programas de intervención, tanto de mediación como psicoeducativos para estas familias, para ayudarlas a superar la ruptura, así como a desarrollar una relación de coparentalidad positiva (excepto cuando exista violencia hacia la pareja o los hijos). Nunca un PEF debería actuar como almacén; lo que no quiere decir que, en algunos casos, por falta de medios u otras contingencias, dejen de cumplir sus funciones y se vuelvan un recurso que no beneficia al menor.

Por otra parte, de ningún modo, cuando no exista riesgo para el menor ni para ninguno de los progenitores, unos padres deberían precisar separarse en salas para intercambiar a su hijo. El hecho de que esto suceda es producto del fracaso no como pareja, sino como padres: constata la falta de empatía con las necesidades de los hijos. Existe evidencia científica de que tras la separación, el conflicto parental es el factor de riesgo más importante en el desequilibrio psicosocioemocional del hijo, al tiempo que la coparentalidad positiva, el principal factor protector frente a la inadaptación.