Un juez de Navarra da la custodia de una niña que vive en Culleredo a su padre, imputado por malos tratos

Alberto Mahía A CORUÑA/LA VOZ.

GALICIA

La madres es guipuzcoana y se mudó a Galicia hace dos años para estar lo más alejada posible de su ex marido.

19 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Susana P. vive con su hija en Culleredo por miedo. Es guipuzcoana y se mudó a Galicia hace dos años para estar lo más alejada posible de su ex marido. Le tiene pánico. «Porque me maltrató, no hizo más que amenazarme desde que nos divorciamos y ahora manipula a la niña contra mí», explica. Su tormento no queda ahí. Lo peor es que la Justicia navarra le acaba de retirar la guarda y custodia de la pequeña y se la dio a su ex esposo, un hombre que fue imputado por malos tratos y por un delito de abandono de familia, por lo que el fiscal pide una pena de prisión, y denunciado por amenazas y coacciones.

Pese a todo eso, cualquier día de estos «va a venir a por la niña y se la va a llevar para siempre». ¿Por qué un juez concede la custodia a un supuesto maltratador? Porque todavía es supuesto -el juicio no tiene fecha- y porque Susana puso tierra por medio llevándose a su hija. La sentencia que le quita a la niña «pasa por alto que mi ex marido jamás pasó la manutención fijada y que jamás me negué a entregarle a la niña cuando le correspondía».

La historia de Susana arranca en Guipúzcoa, cuando se casó. Fue en el 2000. Pronto se mudaron a Navarra, donde ambos encontraron trabajo. A los tres años nació su hija, «cuando la relación ya se había deteriorado». A partir de ahí «empezaron los insultos, las manipulaciones, las humillaciones y vejaciones. Me anuló por completo, me hizo sentir una inútil». Llegó el divorcio y la denuncia por malos tratos. Susana cogió entonces a su hija y regresó a Guipúzcoa junto a su familia. Pero el acoso del hombre fue a más. Así que un día, «aterrorizada», decidió hacer las maletas y probar suerte en Culleredo, donde vivía una amiga. Pronto encontró trabajo, la hicieron fija, escolarizó a su hija en un colegio y ahí sigue, desde el mes de septiembre del 2008.

La distancia le ha dado «la tranquilidad que no tenía en Navarra», pero le ha supuesto graves consecuencias jurídicas, pues los procesos abiertos contra su marido se siguen en tribunales de la comunidad floral, con lo que eso supone para la toma de declaraciones y encuentros con psicólogos. Lo mismo ocurre con la causa por la guarda y custodia de la niña. Tanto es así que, por no poder acudir a Navarra, se elaboró un informe psicológico de la madre demoledor en el que se aconsejaba que lo mejor para la niña es que viviese con su padre.