«En diez años, los concellos ya no controlarán ni los precios»

M. Á. Rodríguez REDACCIÓN/LA VOZ.

GALICIA

«A los pobres debería preocuparles que se les expulse de este servicio», advierte este especialista en medio ambiente

01 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Es una de las personas que mejor han estudiado el Plan Hidrológico Nacional. En el 2003 recibió en San Francisco el Premio Goldman, considerado el más alto reconocimiento mundial en materia de medio ambiente. Desde la Fundación para una nueva Cultura del Agua defendió la gestión pública de este «bien básico». Hoy critica la privatización del abastecimiento y saneamiento en las ciudades y alerta sobre el futuro: «El servicio será peor y más caro», concluye.

-¿Qué supone esta fiebre privatizadora de un servicio fundamental como el agua?

-Un tremendo riesgo. Incluso a nivel mundial. Está transformándose en un conflicto internacional, como ya se vio fundamentalmente en América Latina. En Bolivia fue el motivo que hizo caer un Gobierno. En el 2004 hubo protestas muy fuertes en Argentina que obligaron al Gobierno a dar marcha atrás contra el criterio del Banco Mundial.

-Pero legalmente las competencias en España siguen siendo de los ayuntamientos...

-Sí. Tanto el abastecimiento como el saneamiento. Pero de eso queda poco. Primero un departamento se encargaba de esto en los municipios, pero los ingresos de las tarifas iban a una caja común y revertían en otros servicios. No era una gestión eficiente y fue evolucionando o bien a un departamento con cuentas separadas (como en Zaragoza) o en la constitución de empresas públicas con una contabilidad aparte (Madrid o Córdoba).

-¿Y por qué no es eficaz una fórmula mixta si la mayoría sigue siendo municipal?

-El partenariado público-privado (PPP) se inventó en Francia. Es cierto que el 51% sigue en manos públicas. Pero la clave está en las cláusulas del contrato. Las empresas tienen el 100% del control operativo de la gestión. En diez años, los concellos ya no controlarán ni los precios y menos aún el servicio. Solo tarifas y elementos superficiales, siempre bajo el asesoramiento de la empresa, que amenaza con prestar un peor servicio si no suben las tarifas.

-¿Cuáles serán las consecuencias para el ciudadano?

-Primero, que pasa a ser ya un cliente, no un ciudadano. Sobre todo a los pobres debería preocuparles, porque se les está expulsando de un servicio básico. El agua no es como la telefonía o la aviación. Si hablamos de agua, privatizar tiene riesgos.

-¿Las tarifas por tramos que imperan en la mayoría de los ayuntamientos son eficaces?

-Claramente no. Es una fórmula cómoda para el gestor, pero no incentivan el ahorro. Lo lógico es que una cuota básica del agua fuera gratuita. Después tendría que haber un tramo con un precio muy ajustado y, al final, para regadíos, piscinas y consumos excesivos, un precio cinco veces mayor que el normal. El sistema actual nos lleva a diferencias de precio graves entre ayuntamientos. Algo ilógico tratándose de un bien común.

-¿Qué papel deberían jugar las comunidades autónomas?

-Cobraron protagonismo en la medida en que Europa lo ha ido exigiendo. El saneamiento lo exigió Europa. Pero los concellos no cambiaron su modelo de funcionamiento y no dotaron de personal ni recursos la modernización y ampliación de sus instalaciones. Europa pagó las depuradoras, pero de repente los concellos tenían que mantenerlas y no había dinero. Las autonomías entraron en auxilio de los concellos y han acabado conveniando con los ayuntamientos mayores parcelas de responsabilidad. Esto irá avanzando porque lo que falla es la gestión. Yo creo que el modelo privado encarece el servicio y, a la larga, deteriora la calidad.