«Fui yo, matadme», dijo el padre del bebé que murió calcinado en Paderne

S. Acosta / E. Mouzo A CORUÑA/LA VOZ.

GALICIA

El autor del incendio confesó la noche del suceso que había matado a su hijo de 14 meses. Pasará a disposición judicial en cuanto se recupere de las quemaduras y reciba el alta médica

05 oct 2010 . Actualizado a las 13:01 h.

El padre del bebé de 14 meses que murió calcinado el pasado sábado dentro de un coche reconoció la misma noche del suceso haber matado a su hijo y hasta llegó a pedir que lo matasen: «Fui yo, matadme», dijo. Así lo aseguran fuentes presenciales, que afirmaron que el supuesto parricida se encontraba en estado de shock. Fuentes cercanas a la investigación indicaron también que, aunque no hay una declaración oficial del padre del bebé, la noche de los hechos reconoció a los agentes de la Guardia Civil haber matado a su hijo, al haber sido el causante del incendio. Fue en ese momento, cuando los agentes le dijeron que estaba detenido por un supuesto delito de homicidio, aunque no podrá pasar a disposición judicial hasta que se recupere de las quemaduras. Según Efe, ya se encontraría formalmente imputado por parricidio.

Por el momento, el supuesto parricida, cuyas iniciales son J.L.D.L. y es vecino de Paderne, se encuentra sedado y con respiración asistida en la unidad de quemados del Complejo Hospitalario Universitario A Coruña. Su pronóstico es grave, aunque está estable.

La madre del bebé ya había denunciando el sábado ante la Guardia Civil de Betanzos la desaparición del niño. Lo había hecho quince minutos antes de que ocurriera el suceso y en la denuncia figura que la mujer, vecina de Betanzos, recibió una llamada del padre del menor en la que la amenazaba con que no iba a volver a ver a su hijo. Minutos más tarde, a las 19.15 horas del sábado, el 112 recibió el aviso de que un vehículo estaba ardiendo en el arcén de la carretera DP-0906, en una zona alejada conocida como Ponte Ribeira y que pertenece a la parroquia de Velouzás, en Paderne. Asimismo, fuentes cercanas a la investigación apuntan a que el presunto parricida habría utilizado una especie de casquillo para convertir la bombona en un lanzallamas y dirigirlo hacia él y el bebé. El hombre habría podido abandonar el coche en el último instante, espoleado por el dolor de las quemaduras, mientras su hijo quedaba aprisionado por las correas de seguridad de la silla infantil en la que viajaba.