El Camino la llamó, ahora la guían los ángeles

GALICIA

01 ago 2010 . Actualizado a las 02:51 h.

Marina Mourad pasó buena parte de la tarde en el interior del santuario de Santa María la Real de O Cebreiro. Y se quedaría más, pero ya se hacía tarde. No sabía del milagro del Santo Grial y cuando lo conoció, lloró, rezó, se arrodilló en la piedra siempre fresca del templo y volvió a llorar. «Yo no merezco tanto, Dios me está dando mucho y yo... yo dudo, peleo conmigo e incluso con él. Le reprocho cosas. Esta mañana lo he hecho y hoy, mira, me manda esta señal...», decía entre sollozos.

Mourad nació en Siria y ahora vive en Estocolmo. Encuentra una forma muy concreta de resumir su vida: «Golpes, golpes y más golpes». En San Sebastián, donde estudió, conoció el Camino de Santiago, «pero entonces no podía hacerlo». Mudada a Estocolmo, años después, las cosas iban de mal en peor. «Hasta que un día, se me apareció en la mente el Camino. Apareció y se fue. Supe que tenía que hacerlo». Por sus problemas en los pies ?la habían operado de los dos y tenía un dolor intenso?y porque no es «deportista», nadie creyó en ella. «Ni siquiera yo sabía quién era Santiago, pero algo me llamaba. Más tarde supe que el abuelo de mi padre había sido cuidador de la iglesia de San Iacob. Increíble».

Empezó a caminar en Roncesvalles el 4 de julio, y en un primer momento, se le perdieron las maletas y el equipaje. Los días iniciales caminó sin mochila, pero alguien le dijo que el sentido del Camino era llevar ese peso simbolizando el de uno mismo, así que ahora Marina lleva carga en la espalda. Camina a un ritmo elevado, sorprendente y, dice, Dios le está enviando ángeles por el camino, señales que la guían: el chisporroteo de una vela debajo de una talla le hizo leer: «Virgen de la Esperanza»; una estrella fugaz acompañó un día sus pasos; y en la Cruz de Ferro (a la que llegó el 25 de julio) sintió «cómo entraba en mí una luz». Son solo tres ejemplos. El Camino la está «limpiando de mente, de cuerpo y de alma». No quiere que se termine. «Temo perder esta luz».