La Xunta matiza que son legales los furanchos de carácter tradicional

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña VILAGARCÍA/LA VOZ.

GALICIA

Juan o Caramuxo, ajeno a tanta polémica, se encoge de hombros y dice en su local de Cambados que si cierra, «tiro co viño, porque non hai a quen vendelo»

26 may 2010 . Actualizado a las 09:16 h.

Tras la noticia llega la rectificación o el matiz. Ayer le tocó a Roberto Varela, conselleiro de Turismo, que tuvo que puntualizar que la Xunta no iba a ilegalizar los furanchos, como se dio a entender el lunes desde su departamento, sino que únicamente deberían reconvertirse en bares, restaurantes o cafeterías aquellos que no se ajustaban a su razón de ser tradicional -vender los excedentes de la cosecha de vino- y servían comidas, lo que supone competencia desleal para los hosteleros.

El conselleiro defendió que los furanchos forman parte de la cultura de Galicia y por eso, «seguiraos habendo, e así o desexo, porque eu son do Salnés e teño unha especial predilección por eles». Y aclaró que como se deben limitar al fin para el que fueron creados, la venta de vino de producción propia, quedaban fuera de la nueva Lei de Turismo de Galicia, lo que dio pie a la confusión.

La noticia también levantó ampollas en el seno de la agrupación de autónomos UPTA-Galicia, porque fueron quienes hace años denunciaron la competencia desleal de los furanchos que funcionaban como restaurantes, y los que después trabajaron con más ahínco para que se redactase el decreto que establecía los requisitos a los que deberían atenerse los locales tradicionales. «A nosa organización entendeu sempre aos hosteleiros e aos furancheiros, pero aos de verdad, non aos piratas», explica Lisardo Domínguez, secretario general de la entidad.

Por eso la UPTA luchó por la aprobación del decreto que entró en vigor hace dos años y ahora recoge las denuncias de los que no se ajustan a esas normas, que pasan por la venta exclusiva de productos propios y la apertura supeditada a los excedentes de vino. «Nós pensamos que o decreto está ben, e se agora deciden pechalos non imos quedar calados, porque foron moitos dores de cabeza».

Tazas de tinto en Valvanera

Ajenos a la polémica, un grupo de marineros bebían ayer al mediodía unas tazas de tinto en Juan O Caramuxo, un furancho tradicional situado en el rincón más tradicional de Cambados, en la calle Valvanera del barrio marinero de Santo Tomé. Juan Estévez, el viejo lobo de mar jubilado detrás de la barra, no deja de jugar la partida con sus paisanos para preocuparse por lo que diga la Xunta. «Eu xa pago todos os anos polo viño; se agora din que peche, pois pecho, que xa estou xubilado e cobro unha pensión polos anos que estiven en Holanda. Pero entón tiro co viño, porque o tinto non hai a quen vendelo».

A las dos de la tarde, O Caramuxo tiene cinco clientes en el furancho. Más bien son cinco amigos. Por un euro les sirve una taza de vino y les pone un pincho. Ayer tenía huevos, patatas fritas y buñuelos. «Todo por invitación da casa», matiza. Se reúnen todos los días en un viejo garaje, en el que poco más hay que el mostrador, las mesas, las sillas y los calendarios con chicas estupendas. Y por supuesto, el vino y las tazas. No se sirven comidas y tampoco hay platos ni manteles. En realidad está a medio camino entre el local gremial y la peña de amigos.

Con Juan estaban ayer Luis, O Xudío; Egidio, O Parrulo; Toño Comedias; Mikel O Marruecos, y Antonio Pan, todos marineros o trabajadores del mar. «Veño por estar cos amigos -decía O Xudío-, nin sequera por beber o viño, que o teño na casa». Los demás asentían, y Toño Comedias, para ratificarlo, añadió: «Eu cheguei ás dez do mar, fun dormir dúas horas e díxenlle á muller que me chamara á unha para vir ao Caramuxo». Y allí seguían la partida, ajenos al reloj y a los desmentidos de los políticos.