Seis años de prisión para el ourensano que quemó a su mujer con gasolina

Marta Vázquez Fernández
Marta Vázquez OURENSE/LA VOZ.

GALICIA

La víctima, que sufrió graves heridas, exculpó a su marido durante el juicio diciendo que había sido un accidente

11 may 2010 . Actualizado a las 02:18 h.

Tenía intención de matarla. El tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Ourense considera probado que lo que Arturo Moreiras Liz pretendía cuando roció con gasolina a su esposa y le prendió fuego era terminar con su vida, por lo que no ha tenido dudas a la hora de condenarlo a seis años y medio de cárcel por un delito de homicidio en grado de tentativa. Porque pese a los esfuerzos del acusado, la víctima logró salvar la vida.

Así lo recoge la sentencia dictada por un gravísimo episodio de violencia contra la mujer registrado en la capital ourensana, concretamente en el domicilio de la pareja, situado en la plaza 500 de Barrocás, el 22 de enero del 2008. Según ha quedado probado, sobre las tres de la madrugada, el acusado, que tiene un trastorno límite de la personalidad y es ansioso depresivo, comenzó a mostrar una extraña actitud al pedir a su esposa que le hiciera el desayuno y hacer que ella lo acompañara hasta las cinco. Una hora y media después, Arturo la despertó de nuevo porque quería enseñarle un apartamento que había visto por Internet en Mar de Plata. Estuvieron hablando tranquilamente hasta que, de forma inesperada, el acusado le dijo que debía irse de casa ya que de lo contrario «la iba a matar».

Aquello fue toda una declaración de intenciones porque pese a que ella hizo caso omiso de la amenaza, tal vez porque aquella no era la primera vez que oía ese tipo de cosas, su marido cumplió lo anunciado. O lo intentó. Así, sobre las diez de la mañana, Arturo cogió un bote de gasolina de recargar mecheros que le había regalado su yerno y roció el líquido en la cabeza de su esposa, que en ese momento estaba sentada en el sofá. A continuación le prendió fuego con un mechero.

Mostrando una implacable sangre fría, el acusado se sentó entonces en una silla mientras observaba cómo su esposa trataba de apagar las llamas sobre su propio cuerpo, utilizando un trapo de cocina. En cuanto pudo salió de la casa y pidió auxilio a una vecina, que la socorrió y avisó enseguida a una ambulancia, además de a la policía. Mientras esperaba a su detención, el agresor se encerró en el piso y puso la lavadora, en la que introdujo las ropas de su esposa que se habían quemado.

Síndrome de maltratada

A consecuencia de la agresión, la víctima sufrió quemaduras de segundo grado en la cara, el cuello, un hombro y un brazo, que la mantuvieron en el hospital durante 46 días. A pesar de ello, renunció desde el primer día a recibir cualquier tipo de indemnización e incluso se ha negado a colaborar con los psicólogos que pretendían evaluar las consecuencias psíquicas del drama al que se vio sometida.

Todo ello sería consecuencia de que, según los peritos, sufre el síndrome de la mujer maltratada. Eso explicaría también que durante el juicio tratase de exculpar al hombre que estuvo a punto de matarla asegurando que sus lesiones se debieron a un accidente doméstico.