«Hay que mostrar las consecuencias»

Jorge Casanova
Jorge Casanova REDACCIÓN/LA VOZ.

GALICIA

Félix perdió en la carretera dos amigos y su capacidad de andar. Ahora imparte clases a los infractores y alerta sobre el triunfalismo de los datos

09 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Félix, antes que nada, da las gracias: «He tenido suerte». Así, dicho desde la silla de ruedas con la que vive, suena raro. Pero conserva la vida. Y el cerebro. Es mucho más de lo que les quedó a sus dos amigos. Volvían de madrugada, por la autovía. Félix lo recuerda todo. Él iba en el asiento trasero, con el cinturón. «Me salvó la vida». El coche se dispuso a adelantar a un autobús, pero apareció una curva y algo falló en la maniobra. El conductor perdió el control, el coche se fue contra la mediana, que hizo de trampolín y lo lanzó a varias decenas de metros fuera de la autovía, saltando incluso por encima de los árboles. Durante el vuelo, el coche se volteó y cayó sobre el techo. «El impacto fue tan brutal que, cuando se hizo de día, la luz del sol no entraba en el coche de lo aplastado que estaba». Toda la claridad que veía Félix salía de la luz del salpicadero. Impresiona escuchar cómo evoca aquel momento: «Yo no me podía mover, pero pensaba que estaba atrapado. A mis amigos los veía inconscientes, pero sin sangre. Pensaba que, dentro de lo que había pasado, saldríamos con bien».

Pero no fue así. Días después, Félix supo que no volvería a caminar. Y que sus dos amigos habían fallecido. A partir de entonces empezó una vida nueva: «Es prácticamente como volver a nacer. Tienes que aprenderlo todo casi desde cero». Seis meses después, cuando salió del hospital, hubo que hacer reformas en casa para adecuarla a su nuevo estado e intentar reiniciar el camino, aunque con otra óptica.

Félix, que ahora tiene 26 años, volvió a la carrera que estudiaba antes del accidente y adquirió un nuevo compromiso: «Cuando nos rescataron, prometí a la Guardia Civil que algún día regresaría a agradecerles lo que habían hecho por nosotros». Y así lo hizo, un año después. De ahí partió una colaboración con el colectivo PAT (Protección de Accidentes de Tráfico), con el cual participa como docente en cursos para recuperar los puntos perdidos del carné: «No deberían ser solo para infractores. Estos cursos tenían que dárselos a más conductores. Con el carné no se aprende todo. Hay que dar argumentos a los conductores, que aprendan lo que no se puede hacer, pero también por qué. Enseñarles las consecuencias».

Desde hace unos meses, Félix se ha enrolado en un ilusionante curso de animación 3-D que ha trasladado su residencia a un centro del Inserso en Bergondo. Sigue conduciendo, por supuesto: «No sé qué habría ocurrido si el coche lo hubiera conducido yo. Pero yo he sido una víctima. Es más, soy un gran aficionado a los coches».

En los cursos que imparte, Félix ve caras, actitudes, atenciones, y sabe que algunos tomarán nota, que han aprendido una lección, pero también que otros mantienen actitudes muy difíciles de cambiar. Por eso pide que los datos sobre el descenso de fallecidos se interpreten sin triunfalismo: «Hay muchos factores que inciden en esos datos, también la crisis, hay menos desplazamientos. No se puede bajar la guardia. Lo que tenemos que preguntarnos es qué hacemos para que alguien de mi edad no tenga que pasar por lo que yo pasé».