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Delicatesen de «cortello» que pedían os asturianos

La Voz

AGRICULTURA

23 ene 2010 . Actualizado a las 21:01 h.

«Hai vinte anos viñan os asturianos e levaban os becerros de Agolada a 200.000 pesetas». Jesús, un productor de la zona, toca una de las variables del problema, la caída de precios. Se trata de terneros de 200 kilos de menos de diez meses. En la práctica, delicatesen casi de cortello.

Es producto que encuentra compradores básicamente en los carniceros, lo que mejora cotización respecto al mercado de producto de cebadero. Decayó la presencia de animales, también los más selectos, y ya no vienen los compradores asturianos, todo se vende para Galicia.

Los precios, a día de hoy, difícilmente superan los mil euros, «ten que ser moito becerro...». Florentino, un ganadero habitual del mercado agolense, citó su caso y estaba satisfecho: «Trouxen dous, e vendín os dous». También da las claves del buen precio: «Vendeuse ben, había poucos animais».

Con el abandono de la crianza tradicional, cuando cada casa vendía un ternero o dos al año, desaparece la distinción de mercado de calidad y de mercado tradicional. Con los nuevos productos se crean nuevos circuitos feriales y centros de comercialización contados, y todo llevó a la desaparición de los mercados con Agolada como última resistencia.

Pero no se van solo los becerros de las ferias gallegas. Agolada muestra también causas o consecuencias, que desde cualquier lado puede verse. Hace 25 años tenía 4.542 habitantes, 30 por kilómetro cuadrado. Actualmente apenas supera los 3.000, 20 personas por kilómetro. Sobran los análisis. También sobran razonamientos mirando a la cabaña. En el año 1986, el municipio registraba 9.243 bovinos y ahora está en torno a los 6.000. No parece un problema ferial. Ni municipal. Apunta a la necesidad de acciones de tipo estructural, de país.

A las seis de la madrugada del día 12 un puñado de ganaderos y tratantes, servicios de Sanidade Animal y municipales, desinfección, pulperías y hostelería... activaban, bajo la lluvia, una feria que se cerró antes del mediodía. Todavía entran más de cien becerros de media mensual en esta feria. Ya pocas más pueden contarlo. Ahora todas evolucionan hacia el mercadillo, la reunión gastronómica y el pulpo. Pero la historia del pulpo á feira ya se cuenta cada vez más en restaurantes urbanos, pierde su referente. El ocaso de las ferias y de los flujos humanos y económicos que generan arrastra a los núcleos de población a perder sus principales sustentos.

La tormenta de lluvia que minimizó la feria del 12 no fue suficiente para disimular el ocaso de las ferias. Fue un testimonio real de cómo se desvanece el último gran referente del mercado tradicional de las mil ferias ganaderas que aún resisten ficticias en los almanaques agrícolas.