Quien ayer por la mañana tenía más que asumido que la extraña desaparición de los cuatro hombres no se debía a ninguna desgracia era José Manuel Fernández, la persona que les alquiló las piraguas y que dio la voz de alarma que puso en marcha el dispositivo de búsqueda. Para este hombre, que trabaja en el arenal de Cabío desde 1992 y que nunca se había visto en una tesitura semejante, el comportamiento de los desaparecidos merece un castigo ejemplar.
José Manuel Fernández considera que las personas que salieron remando de la playa de Cabío en torno a las seis de la tarde del sábado no calibraron las consecuencias que tendría el hecho de que no regresasen: «O importante aquí no é o custe dos kaiaks, senón todo o dispositivo que se puxo en marcha trala desaparición. Todos os medios estaban destinados á súa busca, ¿e se chega a producirse algunha outra emerxencia?», se preguntaba.
Está convencido de que alguien tuvo que ver algo «porque unha piragua non é algo que se poida esconder», y por eso pide la colaboración de los ciudadanos. Sus embarcaciones tienen impreso un número de serie y además son de un modelo muy concreto, por lo que «son moi fáciles de identificar».