Los incendios y las plagas reducen el espacio del eucalipto en Galicia

GALICIA

Hace diez años, la cifra absoluta de ejemplares superaba los 420 millones distribuidos por toda la costa

18 ene 2009 . Actualizado a las 19:20 h.

Se sabrá con seguridad dentro de algo más de un año, cuando finalice el inventario forestal cuyos trabajos acaban de comenzar. Pero, por el momento, las impresiones que maneja la Xunta es que el retroceso de la superficie forestal ocupada por el eucalipto en Galicia ronda entre el 5 y el 10% en los tres últimos años. Tras décadas de expansión continua hasta colonizar prácticamente toda la franja costera del país, el eucalipto empieza a dar marcha atrás. Al menos de momento.

El último inventario forestal, publicado en el año 2000 con datos que se empezaron a recoger en 1998, destacaba el impulso del Eucalyptus globulus, el árbol ya más numeroso de Galicia en términos absolutos (más de cuatrocientos millones de ejemplares). Desde entonces hasta ahora, el imparable eucalipto se ha encontrado con serios problemas. Los más graves, los incendios y el gonypterus, una plaga que arrasa las plantaciones y cuyo control deja aún mucho que desear.

El tercer factor, más ligado a coyunturas variables, es el económico, con una caída de los precios que ha durado una década y que, tras una recuperación que alcanzó su cénit a finales del año pasado, empieza a desplomarse de nuevo. Demasiados problemas, incluso para este árbol al que muchos llamaron «oro verde».

¿Regresión u ordenamiento?

El suave declive de su reinado, que muchos consideran más bien una reordenación, sufrió una dura estocada tras la ola de incendios del 2006 y no pocas plantaciones que estaban junto a núcleos habitados se convirtieron en una pesadilla para sus propietarios. Una parte de los que ardieron no volvieron a ser replantados, en buena medida porque la lei de incendios lo prohibió.

Otro factor que ha jugado contra la especie australiana en los últimos años ha sido la política forestal que ha primado la plantación de otras especies, singularmente las frondosas caducifolias (roble, castaño...), eliminando cualquier ayuda pública al eucalipto.

¿Estamos pues frente al ocaso del oro verde? Los expertos consideran que no. La producción de eucalipto en Galicia se dedica en más de un 80% a la celulosa, de la que sale sale básicamente papel sanitario y papel de impresión de alta calidad, un mercado que no ha hecho más que crecer en los últimos años, pese a los draconianos precios que la industria ha marcado para la materia prima. En 1995, un camión cargado de madera de eucalipto se pagaba en Galicia a 1.260 euros (210.000 pesetas). Actualmente, el mismo camión le renta al productor alrededor de 1.000 euros (166.000 pesetas).

La recuperación de precios del año pasado se está esfumando y aquellos propietarios no asociados que siguen vendiendo la madera a bulto se están encontrando con ofertas que apenas alcanzan los 25 euros por tonelada. Por contra, los productores que han aplicado métodos de silvicultura a sus plantaciones y se han asociado, principalmente en el norte del país, mantienen de momento la referencia de los 35 euros, aunque la presión de las papeleras pretende reducirlo a 30.

Dos futuros

El desfase de precios que está planteando a muchos gallegos si realmente vale la pena seguir plantando eucaliptos es una muestra de la lenta ordenación que está viviendo el sector, pendiente todavía de una ley que regule definitivamente el uso del monte en Galicia, del que sale, de forma casi espontánea, más de la mitad de la madera que se produce en toda España. Las quejas por la ausencia de una ordenación son compartidas, aunque por distintas razones, por científicos, productores e industriales, que acusan a la Administración autonómica de haber permitido la actual situación. La ley que debería haber paliado este panorama se quedó en el tintero de esta legislatura que finaliza y deberá esperar al nuevo Gobierno. Mientras el sector se autorregula mal que bien planteando un futuro poco alentador para los propietarios no asociados y con mínimas prácticas silvícolas, y uno más prometedor para el resto.