Los afectados piden el estudio ambiental de todas las posibles alternativas

La Voz

GALICIA

06 oct 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Entre las alegaciones al proyecto, Camín Grande advierte de posible ilegalidad al entender que la revisión del plan eléctrico cantábrico en el 2006 debería haberse sometido a una evaluación ambiental estratégica, de mayor alcance técnico que el informe de impacto ambiental. Dice que este es de escasa calidad, carece de inventarios y valoración de la contaminación electromagnética. Según José Luis Díaz, presidente del colectivo, más grave es haber presentado antes la solicitud de autorización administrativa de la línea que el estudio de impacto ambiental, fechado un mes después.

«No somos comarca productora de energía y no deberíamos soportar un impacto tan grande. Si la línea debe pasar, exigimos un estudio de todas las alternativas posibles y que los ciudadanos puedan pronunciarse no solo sobre uno», dice Díaz. Critica los cambios bruscos de orientación del trazado propuesto, poco recomendables para líneas de alta tensión.

Tampoco ven de recibo que, para solucionar el problema energético de Cantabria, el País Vasco, Cataluña, Valencia y Madrid -donde además soterran muchas líneas de alta tensión en zonas urbanas- se estropeen importantes áreas naturales con enormes apoyos de 51 metros de altura y cableado aéreo.

El conflicto por el pasillo Boimente-Pesoz no es el único en Lugo. La línea de 132.000 voltios que Unión Fenosa proyecta entre las subestaciones de O Corgo y Triacastela también genera fuerte rechazo en Baralla. Y en Ribadeo están alerta sobre otro posible tendido de alta entre Porto y Piñeira.

El soterramiento, inviable

Por su parte, REE considera inviable el soterramiento de la línea. «De 400 kilovoltios, en España solo se enterró un tramo de 17 kilómetros en Barajas, por servidumbres aeronáuticas, y lo pagó Aena. Hay otros seis kilómetros en Berlín y 40 en Tokio, pero lo normal es enterrar líneas de 220 en zonas urbanizadas», asegura Carlos González, quien señala impedimentos técnicos y ambientales, además del elevado coste: «Las líneas soterradas de 400.000 voltios tienen menor capacidad de transporte, necesitan más infraestructura, y desde un punto de vista ambiental, se pierde toda la vegetación, afecta al suelo y las aguas, algo que con las líneas aéreas no sucede».