Cuatro mujeres baten el siglo en Foz

LUGO CIUDAD

El municipio de A Mariña lucense aumenta el grupo de centenarias. El secreto, si lo hay, está en los aires del Masma, en la tranquilidad o en la comida sana y sin compuestos

23 abr 2008 . Actualizado a las 13:14 h.

Por el momento no se incluye la longevidad de la población en las promociones turísticas. Si se hiciera, Foz sería una superpotencia.

Dos mujeres del municipio cumplen en esta semana los cien años y se unen a otras dos vecinas de Fazouro y Vilaronte que ya llevan un año por encima de los cien. De las nuevas en alcanzar el siglo, la primera es Amalia Alonso Méndez, también de Vilaronte, que está hoy de cumpleaños, aunque no se lo celebrarán hasta el 1 de mayo, cuando podrá reunirse la familia: tres hijos, cinco nietos y siete bisnietos, entre otros, así como algunas amistades.

Su hija Divina, que es quien la cuida, no sabría explicar cuál es el secreto que tiene esta parroquia para que tantos vecinos lleguen a edades avanzadas. Hace poco había dos centenarias más, y hoy, aparte de Amalia, está Ramona Cagigal, de 101, y un nutrido grupo de nonagenarios. ¿Será la vida tranquila o serán, como apunta Nemesio, uno de los nietos de Amalia « os aires do Masma»? Sin duda que a Amalia le sientan bien porque aparte de que una rotura de fémur de hace seis años la dejó en silla de ruedas, de la pizca de diabetes y de que oye regular, está estupendamente. Tanto que casi no toma medicamentos. Los contratiempos y la dura vida de trabajo que llevó desde que era muy niña, al quedar sin padre a los diez años y con ocho hermanos, no han impedido que mantuviera esta buena forma y el ánimo. Ayer mismo le comentaba a su hija, aludiendo a las muchas visitas que recibe, que «non pensei ter tantas amistades».

Al frente de los fogones

Al otro lado del municipio, en el barrio de O Eixo, en Cordido, vive Asunción Galdo Río, que cumplirá los cien años mañana y que todavía cocina. Anteayer preparó la tortilla, aprovechando que su hija Satelita se ausentó para ir a Foz. «Se lle deixas a pota ao lume faiche calquera cousa», dice la hija. Incluso los callos, según comentó un vecino del municipio. Al margen de manejarse perfectamente con los fogones, Asunción conserva la cabeza lúcida y come de todo, aunque oye poco. Estos problemas de audición son los que está poniendo como disculpa para no salir a celebrar el cumpleaños a un restaurante. Parece que no le apetece estar a la mesa y no enterarse de lo que se habla. Dice Satelita que le harán la fiesta el martes próximo, cuando estén « os pícaros na casa». ¿Y los regalos?: «Sempre di que para que lle traen nada. Nunca quere nin pide nada. En verdade, ten de todo», explica su hija.

La centenaria también es una de esas muchas mujeres de Galicia que han trabajado lo suyo: «Eran agricultores e andábase segando, sachando, labrando...», relata Satelita, añadiendo que ahora que están jubiladas y viven solas, pasan el rato en casa, jugando a la baraja y mirando la tele.

¿Y cuál es el secreto para llegar hasta aquí?: «Penso que será a tranquilidade e que antes comíase todo natural, sen composto ningún», dice la hija de la nueva centenaria focense.

Murió la veterana

En noviembre pasado fallecía en Foz la vecina más longeva del municipio. Era Rosa Lamelo, una anciana encantadora que hasta muy poco antes de morir, a los 104 años, todavía cultivaba su huerto, plantaba la tierra de las patatas a mano, limpiaba su casa y hacía la colada a mano porque no le gustaba cómo le dejaba la ropa la lavadora.

Hasta que se fue con su familia, vivía en su casa de Vilaronte, donde recibía las visitas de los vecinos y atendía con paciencia a la gente de los medios de comunicación cada vez que sumaba un año a la centena. El secreto que confesaba cuando se le preguntaba si comía sano, era que no, porque no comía nunca pollo; aseguraba que nunca le había gustado.

Otra vecina del municipio de Foz que superó el siglo y que falleció recientemente era Carmen Teijeira Posada. Todas ellas, las que ya no están y las que viven, eran mujeres, nacieron y vivieron en Foz y trabajaron mucho y muy duro a lo largo de toda su vida.