Un siglo cortando el río Xallas

DUMBRÍA

El embalse de Fervenza es uno de los cuatro que tiene el río, cuya explotación se inició a principios del siglo XX

16 nov 2007 . Actualizado a las 18:27 h.

La del Xallas es una larga historia. Su explotación eléctrica se remonta a principios del siglo XX, cuando se instalaron allí los primeros mecanismos para generar electricidad. Desde entonces la explotación a la que está sometido no ha dejado de crecer.

A las pequeñas presas como Ponte Olveira o Castrelo ?con cerca de un hectómetro embalsado en cada una de ellas? se les sumó a principios de los años sesenta la mayor de todas: Fervenza, inaugurada en 1966. El agua cubrió entonces decenas de hectáreas de terrenos. Bajo el líquido embalsado quedó sumergida la aldea de Os Baos. El río Xallas engordó en Fervenza. El cauce fluvial seguía su curso después de pasar a través de los tubos de la minicentral o cuando le abrían las compuertas. El caudal ecológico mantenía vivo un río que desembocaba en forma de cascada, en Ézaro, directamente en el mar. El único de Europa.

En Fervenza caben 104 millones de metros cúbicos de agua, convirtiéndolo en uno de los embalses más grandes de Galicia. Pero su tamaño no va parejo con su producción eléctrica. Por eso ya en los años ochenta se inauguró río abajo otra presa, la de Santa Uxía, más pequeña ?18 millones de metros cúbicos? pero más rentable, por el gran desnivel que separa el agua de la central eléctrica.

El Xallas muere en Santa Uxía. De allí en adelante, los 500 metros de cauce que quedan hasta la cascada están secos, salvo cuando se abren las compuertas para resucitar un par de horas por semana la espectacular catarata.

Tan seco como el lecho del Xallas en su tramo final se quedó la semana pasada el embalse de Fervenza. Fueron miles los peces muertos. Nadie recordaba haber visto nunca el embalse en tales condiciones. Los viejos caminos sumergidos quedaron de nuevo al descubierto, al igual que los restos de varias casas de piedra que volverán al fondo con la lluvia.

Y mientras Fervenza pasaba de lago a desierto en cuestión de días, Santa Uxía, unos kilómetros más abajo, seguía lleno hasta los bordes. El maltrecho río sigue fluyendo como puede, aunque de sus aguas han desaparecido miles de peces que llevará mucho tiempo recuperar con repoblaciones.