La patronal lusa estima que deben seducir a los mercados de las zonas fronterizas menos atendidas desde Madrid
05 nov 2007 . Actualizado a las 10:16 h.El gas natural llegó a Galicia atravesando todo el mapa portugués. La autopista de la fachada atlántica tuvo que esperar desde 1998 al 2003 en Valença a que la AP-9 empatara con la A-3 lusa para enlazar ambos países. Las compañías áreas de bajo coste abrieron en Oporto el camino para que los vuelos baratos se fijasen en el potencial mercado del noroeste. El metro transporta a casi cinco millones de personas al mes entre Póvoa de Varzim y Gaia desde hace cuatro años, mientras en Galicia todavía se duda de su idoneidad. Y la fiebre de los centros comerciales, outlet y la decoración doméstica sueca han abierto brecha desde el país vecino para ir clonándose progresivamente al otro lado de la raia.
El Gobierno y los empresarios portugueses pretenden ahora volver a tomar la delantera y acelerar la construcción de los proyectos de infraestructuras con los que, además de servir a sus ciudadanos, atraer al mercado gallego. Su intención es la de internacionalizar cada vez más el suelo portugués; solo así estiman empresarios, economistas y Gobierno que Portugal podrá remontar una crisis económica que, aunque dibuja algún síntoma de mejora, lleva instalada tanto tiempo como para que el pesimismo haya cundido entre los portugueses. Respondiendo a la última encuesta de la Comisión Europea, la mayoría aseguran que aplazarán un año la compra de vehículos, nuevo hogar o la reforma del actual.
Y es que las familias portuguesas son las segundas más endeudadas de la UE, y sus empresarios, los que más.
Frente a esa realidad, el Ejecutivo luso está impulsando la puesta en marcha de proyectos de infraestructuras que superan incluso en mucho las necesidades actuales de sus habitantes. Más de 12.000 millones de euros han sido programados en la construcción de grandes ejes de comunicaciones durante los próximos diez años.
Cita expresa a Galicia
La creación de un nuevo aeropuerto internacional en Lisboa acapara el mayor esfuerzo porque es planteado como el gran imán con el que Portugal quiere cautivar a los habitantes más próximos a su frontera. La Confederaçao da Indústria Portuguesa argumenta en su defensa de la ubicación del este de Lisboa de dicha infraestructura (en lugar de al norte como estaba proyectada) en que así el nuevo aeropuerto «pivotaría hacia las zonas del país con mejores condiciones de sostenibilidad económica y hacia las regiones de España en las que podemos naturalmente ser competitivos». Encabezados por Francisco van Zeller, los industriales lusos citan expresamente a Galicia, diferenciándola del resto de España en su proyecto aeroportuario como un área concreta sobre la que Portugal se debe volcar, y de hecho el estudio que presentaron la semana pasada concreta la construcción de un nudo para el tren de alta velocidad en el nuevo aeródromo del que partiría el ramal a Galicia (así lo especifican) y el otro hacia el centro de la Península. Con la misma idea trabaja ANA (el organismo de los aeropuertos lusos) para la terminal de Oporto. La estación del AVE luso allí proyectada dejaría a Vigo a 50 minutos, pero acercaría a los gallegos a solo 2.20 horas de Lisboa y de la plataforma aérea que quieren construir en la capital.
El tren rápido, la conclusión en breve de su segunda autopista a Tui, dos nuevos puentes internacionales, la creación de varios parques de suelo industrial e infinidad de nuevas zonas comerciales en el norte completan el imán con que Portugal pretende acercar aun más a Galicia.