«Aquí non hai nada, só árbores»

GALICIA

Los vecinos de O Courel no quieren ni oír hablar del cierre de la cantera, que emplea a cien familias y se ha convertido en el motor económico del municipio

15 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

. Al Pía Páxaro (1.616 metros) nunca le pasará lo que al Mont-Blanc, que ha crecido un par de metros en los últimos años. El blanco techo de los Alpes es, geológicamente, un chaval, mientras que al Pía Páxaro le observan cientos de millones de años. El espectáculo de esas montañas achepadas aplicándose la paleta de colores del otoño, conmueve. Aunque lo realmente sobrecogedor es asomarse a la cantera de A Campa.

«Non poden cerrar a canteira porque aquí non hai outra cousa». La simplicidad del razonamiento que expone Isabel López, una mujer jubilada en Santa Eufemia, es una constante en todo el municipio. La actividad pizarrera proporciona trabajo a cien familias en un ayuntamiento de 1.300 habitantes y ha sido capaz incluso de obrar un pequeño milagro: el retorno de un par de familias que habían emigrado a Barcelona y han vuelto a O Courel para enrolarse en la explotación minera.

Concepción tiene 90 años y un hijo trabajando en la pizarra y da con la clave sin querer: «Aquí a terra é pobre, os campos non se poden traballar co tractor. o Courel non ten nada, só árbores». Porque, efectivamente, los árboles no le han dado mucho a los habitantes de este municipio que, hoy en día, mantiene una distancia de más de una hora en coche hasta el hospital de referencia, en Monforte de Lemos.

El cierre, la ruina

Santa Eufemia es la localidad más cercana a la explotación de A Campa. Desde el escarpado pueblo donde los pocos vecinos que encontramos nos hacen ver lo esencial de la cantera para su supervivencia económica, se ve la nave donde se trata la piedra. Emma Vilariño tiene una línea de transporte escolar, un negocio de hostelería y a un hermano, un sobrino y un yerno trabajando allí abajo: «Se cerran a canteira nos arruinan». No le duelen prendas en relacionar todo lo que la pizarra ha dejado en el pueblo: la restauración de la capilla, una nueva traída de aguas... «Aquí non quedou un veciño que non lle vendera terras á canteira. É grazas a iso a miña filla pudo estudiar».

Tampoco resulta fácil encontrar voces críticas con la actividad que ha tumbado literalmente media montaña, aunque las que hay han conseguido un apoyo notable. Orlando Álvarez es el alma de SOS Courel, un colectivo que, contra corriente, ha conseguido llamar la atención sobre el problema en toda España hasta reunir 20.000 firmas contra la explotación pizarrera en el concello: «Ao final, o debuxo do parque o van a marcar as canteiras. Ese oco que queda fora da protección é maior que máis grande incendio que houbera xamais en Galicia». Orlando sabe perfectamente que sus vecinos no quieren ni oír hablar de la desaparición de la mina. «Se lles ofreceran un traballo máis saudable, os veciños non son parvos e o collerían».

¿Lo cogerían? José López Fontal, el alcalde, no quiere futuribles: «Xa veremos. Deixemos correr o tempo e se hai outras alternativas, pode estar seguro que a xente non vai partir pedras por capricho». Es una actitud razonable para el piloto de un concello tradicionalmente olvidado por la Administración y al que la inclusión del municipio en la Red Natura les cayó un buen día sin previo aviso y sin ninguna consulta previa.

Contra el ruido de fondo

El alcalde está mosqueado. Cree que la polémica se está abordando con ligereza y que hay que tener en cuenta lo que la actividad minera le ha dado al municipio: «No creo que se pueda cerrar esa cantera, pero tampoco que se abran otras nuevas. Además, en un año, los trabajos se harán totalmente en galería y el impacto visual será menor». En realidad, el mosqueo flota por muchas partes del municipio. El ruido que se ha producido en defensa del patrimonio natural y contra la actividad minera inquieta a los vecinos y un futuro parque natural que cambie la orientación económica se ve con cierta desconfianza: «Hai que ter en conta que toda a xente que traballa aí quedouse no pobo e coida de seus pais», señala una vecina en Santa Eufemia.

Unos kilómetros más abajo, al pie de la cantera, el pueblo parece estar a punto de ser engullido por el enorme agujero que se ha tragado media montaña. Dentro de un decenio, la explotación se habrá acabado. ¿Qué aspecto tendrá? «As Médulas foron unha gran explotación mineira, e agora son un atractivo turístico» concluye el alcalde.