El vuelo a Santiago acabó en Sevilla

Manuel Beceiro

GALICIA

07 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

CIERTAMENTE, cuando se viaja en un avión y salvo raras excepciones, sólo existen dos clases de emociones, aburrimiento y terror, turbaciones que a veces viajan por separado y las más de las ocasiones inseparablemente. Los viajeros que a las ocho de la tarde del domingo tomaron en Barcelona el Boeing MD 818283 del vuelo de Spanair JK 6418 con destino a Santiago ni se aburrieron ni se se aterrorizaron, pero sí vivieron una situación atípica, con ribetes de comicidad. José Freire, vecino de Bueu, fue uno de los viajeros del vuelo Barcelona-Santiago que vivió la particular odisea en compañía de su novia. Los dos habían adquirido su billete de vuelo con Spanair en una agencia de Barcelona. En la tarde del domingo estaban en el aeropuerto retirando su tarjeta de embarque y facturando. Todo normal hasta que al llegar a la pista vieron que el avión no era de Spanair sino de Nordic Airways. «Nada más despegar -relata José- nos percatamos de que sobrevolábamos el Mediterráneo. Creímos que sería un desvío por tormenta. Después, ya casi noche, vimos una tierra con plantaciones verdes, como de patatas (pensaban en A Limia), y a continuación una ciudad con un río, y pensamos que sería Ourense». Pero ocurrió que el avión inició el aterrizaje, y como ni en Ourense ni en A Limia existe aeropuerto, los atribulados pasajeros comenzaron a inquietarse. Tras aterrizar se sintieron más ofuscados al oír a la sobrecargo darles la bienvenida al aeropuerto de Santiago. «La gente comenzó a preguntarse qué pasaba -cuenta José-, entonces salió el piloto que sólo hablaba inglés. Nos dijo que le habían dado mal las cartas de vuelo, y que se había dirigido a ??Sivilia??». Se confirmaba así la sospecha de que en la aeronavegación el destino baraja las cartas y los pilotos las juegan. Con nuevas cartas en la mano, el piloto condujo el avión a Santiago, a pesar de que los pasajeros ya no se fiaban de sus cartas, adonde llegó de madrugada. En Spanair, una portavoz explicó ayer que se trataba de un vuelo subchárter (avión y tripulación de Nordic Airways) y que la persona que hizo el plan de vuelo en Estocolmo equivocó las siglas del código del aeropuerto de Santiago (SCQ) con las del de Sevilla (SVQ). Era la primera vez que esto ocurría a Spanair. El pájaro gigante con alas, como la paloma, se equivocó, por ir al Norte fue al Sur, y no por creer que el trigo fuese agua sino por confundir la C con la V. ¿Habrá, desde ya, que subir a la cabina, como en el bus de Carral, y preguntar al piloto, si es el avión que va para Santiago?