«Non vai quedar no mar»

Rubén Ventureira | Emiliano Mouzo A CORUÑA

GALICIA

FOTOS: JOSÉ MANUEL CASAL / LIBRO «COSTA DE LA MUERTE. HISTORIA Y ANECDOTARIO DE SUS NAUFRAGIOS»

Reportaje | Los obsequios del Atlántico Los habitantes de la Costa da Morte cuentan con una larga tradición de aprovechamiento de la carga de los barcos que naufragan en su litoral

25 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Cuando un barco encalla en la Costa da Morte, el protocolo popular dicta los pasos a seguir: «Primeiro, salvamos á tripulación; logo, pillamos..., non vai quedar no mar», admite un vecino de Camelle, la localidad donde se han producido las más esperpénticas anécdotas de pillaje. El fallecido profesor José Baña Heim las reunió en Costa de la Muerte. Historia y anecdotario de sus naufragios , editado en 1980. En este libro se niega tajantemente que los vecinos colocasen «farolitos en los cuernos de las bueyes y en la cima de los montes, provocando los naufragios para acudir de inmediato al asalto». Es más, califica tan extendido rumor de «criminal sambenito que anda de boca en boca». Reconoce Baña Heim la existencia de pillaje, que atribuye al subdesarrollo e incultura que había en tiempos en la Costa da Morte, pero insiste en exaltar a sus pobladores, paisanos nobles que, jugándose sus vidas, salvaron cientos de ellas. Gallegos solidarios que rescataron, tras tres días de trabajo, a los 23 tripulantes del Kenmore , que encalló en la playa de Traba (Laxe) en 1904. Vecinos de bien que salvaron a los 41 tripulantes del petrolero ruso Boris Scheboldaef , que encalló en Pedra do Porto (Camelle) en agosto de 1934. Y son sólo dos ejemplos, pues se podrían recordar las acciones humanitarias con los náufragos del City of Agra , Standard , Boris , Serpent o Iris.

En resumen: pillos, sí, pero nobles. El rateo, raspeo o pillaje era una forma de aliviar el hambre: «Los ancianos de Santa Mariña (Camariñas) cuentan que había la costumbre de recorrer la ribera las noches de temporal para recoger lo que traía el mar». Y narran también una historia espeluznante, ocurrida en la primera década del siglo XX. Unos lugareños encontraron un barril con alcohol etílico cerca de la playa de Ríos. Se estaban repartiendo en una casa el botín, quizá desprendido del Barcelona, cuando a alguien se le ocurrió meter una tea dentro del recipiente para ver lo que sobraba. Se produjo una explosión, origen de un devastador incendio. Siete personas murieron y dos que lograron salir de los escombros sufrieron quemaduras gravísimas.

Pero nos centraremos en la vertiente más lúdica del pillaje. Los recientes hechos ocurridos en Leira (Carballo) y playa de Traba (Laxe) son los coletazos de una tradición de aprovechamiento centenaria. Una mirada al pasado lo acredita. Café para todos «John Tenat» 8 de julio de 1875 A Langosteira (Fisterra). Se dirigía de Sudáfrica a Liverpool con azúcar, café, pieles y otros productos. Para resguardar la mercancía del pillaje, se trasladó a una fábrica de salazón. Allí se estibaron fardos y cajas, «de forma que una simple multiplicación de filas por columnas permitía saber en cualquier momento el número de unidades», narra Baña Heim. Ni así se evitó el rateo de la carga: «Sin alterar el estado de los fardos, se corrió el tabique de madera hacia adelante en el ancho de un fardo, con lo que nadie se dio cuenta de la sisa hasta el final, cuando nada se podía hacer».

Non eran bois os do «Chamois» 23 de mayo de 1883 Punta Cabezo (Camelle). Vecinos de Camelle y Traba socorrieron a los tripulantes de este vapor inglés. Ninguno murió. «Una vez realizado el salvamento, un viejo y entendido marinero de Camelle soltó el grito '¡Vén cargado de bois!', no sabemos si por haber leído mal de noche el nombre del barco o por haber interpretado a su manera alguna palabra de los tripulantes. El caso es que, poco a poco, las gentes del contorno acudieron en masa provistas de afilados cuchillos. El chasco fue de época», cuenta Baña Heim. El Chamois era, en realidad, un carbonero de 7.500 toneladas.

«City of Agra» 3 de febrero de 1897 Ensenada de Arou (Camelle). De nacionalidad inglesa, naufragó con 71 tripulantes y dos pasajeros. Se salvaron 32, muchos gracias a los vecinos de Camelle y de Arou. Uno de los muertos apareció flotando en las aguas de la ribera. Dos agricultores, un hombre y una mujer, lo vieron e intentaron llevarlo a tierra. Mientras lo trasladaban, su cartera cayó de la chaqueta. Dentro, muchas libras esterlinas. Se repartieron el botín. Ella, que creía tener en su poder una fortuna, invitó a su marido, emigrado en Buenos Aires, a regresar. El esposo cruzó el charco , «pero se encontró que, aunque lo obtenido por las libras esterlinas era cantidad respetable, no justificaba su regreso». En las piedras do Curro, oteó otro cadáver Victorio Sánchez, vecino de Arou. El náufrago portaba un valioso anillo en una mano, pero el brazo estaba aprisionado entre las rocas. Tiró fuerte. No fue capaz de sacarlo. Intentó quitar el anillo del dedo empleando su boca, pero al muerto se le desprendió el brazo y Victorio se llevó una bofetada. «Lambín a meirande labazada da miña vida», confesó tras recuperarse del impacto.  «Yeoman» 10 de febrero de 1904 Pedra do Porto (Camelle). Este barco inglés realizaba la singladura Liverpool-Calcuta con 4.000 toneladas de carga general, 2.000 de sal y 1.500 de carbón. Encalló en Camelle. A los dos días del naufragio, parte de la mercancía empezó a llegar a las playas. «Grandes pacas de género hechas líos, entremezcladas y retorcidas en las rocas, eran cortadas o rasgadas», narra el libro.

 «Natalia» 12 de enero de 1915 Pedra do Porto (Camelle). Español, procedía de Liverpool y se dirigía a Vigo. A bordo, maquinaria, herramientas, sulfato de cobre y bacalao. Por toda la costa se esparcieron «pacas de género, sacas de bacalao y sulfatos».

«Santa María» 1923 Arou (Camelle) Los 35 tripulantes y 40 pasajeros de este mercante portugués fueron puestos a salvo con la ayuda de los lugareños. El barco no pudo ser reflotado. Los vecinos hicieron acopio de granos. A elegir entre los de arroz, los de azúcar y los de café.

«Nil» 10 DE OCTUBRE DE 1927 Playa de Arou (Camelle). Una fuente de anécdotas es el francés Nil . «Llevaba rica carga general de Burdeos para Bathrust (Gambia inglesa). Veinte coches, maquinaria, ricas telas, sedería de Damasco, productos químicos, harinas y mucho champán». Al rateo playero «acudieron gentes del interior y de las rías del norte». «Uno cargó satisfechísimo un fardo. Observó que su contenido se revolvía y vio que había cargado nada menos que con un carabinero que se había metido dentro de un saco para resguardarse del frío durante la guardia y se había dormido». Otros recogieron un líquido blanco en la playa y pintaron las puertas y las ventanas de sus casas con lo que suponían era pintura. «Las moscas acudieron a contemplar el cuadro». Es más, se pegaron a las casas, que habían recibido varias manos de ¡leche condensada! «Jamás la habían visto», excusa Baña Heim. Un vecino de Camelle acredita la certeza de esta anécdota y pide «que non se rían os señoritos coruñeses». Recuerda que cuando encalló el Erkowitz en la ría de O Burgo, en 1971, los herculinos no supieron identificar el contenido de miles de latas de conservas. «Era foie gras», apunta este oriundo de Camelle. Volviendo al Nil , recordar que un rapaz de 16 años se lanzó hacia un fardo que estaba a un tris de caer al agua. El capitán del barco lo vio y le disparó con su escopeta. Atinó en la cara del mozo. Para atajar el pillaje, la compañía de seguros contrató como guardianes a varios hombres de Camelle. «Por carecer de agua a bordo, a la hora de hacer el café usaban champán», se asegura en Costa de la Muerte. Historia y anecdotario de sus naufragios. «No sabemos si por los rincones de algún desván de estos pueblos no habrá todavía desperdigadas alguna que otra botella de alcohol de menta o Famel, como muestra de los productos farmacéuticos que portaba. Nos aseguran haber visto no hace mucho telas estampadas de este barco con un colorido casi perfecto y la existencia de alguna máquina de coser de mano que jubilaron hace poco tiempo».

«Yale hermoso» 9 de noviembre 1941 Punta Pedrosa (Camariñas). Conocido popularmente como O barco do tabaco , fue protagonista hasta de coplillas carnavalescas. Iba a Bilbao con 80 toneladas de tabaco en rama. Al acecho estaban los vecinos, que entonces tenían los cigarrillos restringidos por las cartillas de racionamiento. Su gozo, en un pozo marino: el portugués Yale Hermoso se hundió con su hermosa carga.

«María Laar» 6 de noviembre 1950 Pedra do Sal (Camelle). Para evitar el pillaje de este carbonero griego intervinieron la Guardia Civil y dos guardacostas de la Armada. ¿Pero quién vigila al vigilante? Uno de los guardias se hizo con un queso. Se lo entregó a un marinero que pasaba por allí ataviado hasta las cejas con ropa de aguas. Lo hizo con el ruego de que se lo diese a su novia, que seguía la operación desde la costa. La moza ni olió el queso. No hubo reclamación, pues el mozo jamás pudo identificar al marinero: apenas le vio el rostro.

«Castillo Monteagudo» Septiembre de 1951 Recodo del Curro (Arou). Era de una compañía de Vigo, pero no hubo compasión por paisanaje. Venía de Cardiff (Reino Unido) cargado de carbón cuando varó. Para reflotarlo, se descargó parte del mineral en la playa. «El mar se encargó de esparcirlo por toda la ribera, por lo que los vecinos tuvieron antracita para todo el invierno», apunta Baña Heim en su estudio.

«Arada» Mayo de 1953 Cousiñadorio (Nemiña). A muy poca distancia de Nemiña naufragó este mercante español. A la noche siguiente, aprovechando el abandono del barco, fue abordado por algunas motoras. Sus tripulantes recorrieron el puente, los camarotes y la despensa. Se llevaron hasta el libro de bitácora. La Guardia Civil de Carballo tomó cartas en el asunto. Localizó a los piratas . Y les ofreció una salida digna: que dejasen en un sitio convenido todo lo robado, que ya pasaría un camión a recogerlo. Los pillos cumplieron, entonces sí, con la ley.

«Olympe» 15 de abril de 1955 Punta Boi (Camelle). Traía desde Brest un total de 4.800 toneladas de cemento ruso. El cargamento de este barco francés era poco apetecible, «pero el contenido de sus despensas y del castillo de proa espolearon la curiosidad de unos y la ambición de otros para realizar algunas incursiones nocturnas. Se recogieron latas de conserva y otros productos de despensa». 

«Banora» 18 de moviembre de 1965 O Corno (Camariñas). Los vecinos de Muxía auxiliaron a sus tripulantes. La solidaridad tuvo fruto: el marroquí Banora sembró la zona con unos 12 millones de naranjas. «Las gentes de la comarca, y de más allá, acudieron al acopio», apunta Baña Heim. Cuenta también que «las farmacias hicieron por entonces pedidos extra de astringentes».

«Casón» 5 de diciembre de 1987 Playa do Rostro (Fisterra). Los ténicos de Salvamento ordenaron la retirada de un buque de apoyo español que se encontraba abarloado al Cason. El patrón del remolcador le pidió a un hombre que se encontraba a bordo del barco varado que le arriara los cabos: «Si. Xa arrio, pero esperade por min que teño que embarcar». Le esperaron y cuando llegó a cubierta, el ajeno era un tripulante del barco de salvamento que había cambiado de imagen con la ropa de los tripulantes del Cason.

«Art» 8 de septiembre de 2005 Punta do Boi (Camelle). Este yate de lujo, valorado en dos millones de euros y alquilado por cinco alemanes, encalló a mitad de semana, un jueves concretamente. Al día siguiente, empezó el saqueo. Del interior de la embarcación desaparecieron objetos valiosos, las provisiones de la cocina (que incluian botellas de champán), sillones, el radar y el cuadro de mandos. La Guardia Civil intervino de inmediato y ya ese mismo día fue devuelta una parte del material robado. El valor de los objetos sustraídos superó los 50.000 euros; los daños, los 25.000.