Una vida salpicada de salitre

A.Bruquetas / J.Busto redac.ferrol@lavoz.es

FERROL

03 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La vida de este ferrolano de 94 años está plagada de salitre, de olas y de generosidad. La que le reconocieron el viernes en Doniños las personas que como él iniciaron en Galicia la aventura de subirse en una tabla de surf y que abrieron el camino a las miles de personas que hoy disfrutan de este deporte en nuestra comunidad. El homenaje, organizado por Juan Chedas, también sirvió como excusa para reunir a viejos amigos que comparten esta pasión y que, en algunos casos, llevaban más de dos décadas sin verse. Hasta el bar O Alpendre, que regenta Noel González «Pichu», se acercaron pioneros como Rufino (creador de las míticas tablas Rufo's), Fernando Adarraga, José Queimarán, Chicho Torreiro, Carlos Bremón, Vicente Irisarri, Fernando Montalbo, Gonzalo Barro, Jorge y Alberto Antón... Una lista que al final contó con cerca de treinta nombres dispuestos a compartir anécdotas y recuerdos de una época donde casi todo estaba por descubrir.

Durante la cena de confraternización, que se celebró después de entregarle a Juan Abeledo un recuerdo en agradecimiento por su trayectoria en el mundo del surf, un deporte que siguió practicando hasta los 80 años, los asistentes destacaron el carácter amable y cálido que tanto él como su mujer, Matilde, tuvieron con la generación de jóvenes que en la década de los setenta comenzaban a explorar el mundo de las olas. La pareja actuaba como verdaderos anfitriones de todos ellos. Ofrecían su casa para que pasasen la noche y, en numerosas ocasiones, los invitaban también a cenar. Pero además, les transmitían la filosofía, poco extendida en la época, de respeto por el entorno privilegiado del que disfrutaban casi a diario, les enseñaron a amar la naturaleza.

Al mismo tiempo, subrayaron el ambiente que se vivía antes en las playas, donde todo el mundo era bien recibido. Se juntaban gente de Vigo, A Coruña, Santiago y Ferrol con la única motivación de pasar un día disfrutando del surf. En aquella época se trenzaron unos lazos de amistad entre ellos tan fuertes que todavía perviven hoy, aunque sus caminos en la vida los hayan separado durante años. Eran tiempos donde todos eran compañeros. Compartían el espíritu más puro de este deporte. El final de la velada no fue un adiós sino un hasta luego, porque el año que viene prometen repetir la experiencia.