Entre los ecos del Buenos Aires de Jorge Luis Borges y el luminoso recuerdo de Camilo Díaz Baliño

R. L. FERROL |

FERROL

30 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En donde antaño estuvo el Casino de la villa, la cámara de bolsillo y yo nos encontramos con Evis Helling, ortegana de adopción y argentina de nacimiento. Estaba Evis, cuando llegamos, conversando con Angélica, que le servía el café de media mañana. Angélica, por cierto, tampoco nació en Ortigueira, sino en Lisboa; y su madre, en Cabo Verde. Pero volvamos a Evis, que nos habla de Borges. Dice, ella, que cuando ejerció la docencia, el autor de El Aleph ya estaba prácticamente ciego, y apenas conseguía ver a quienes lo escuchaban...

Tras volver a la calle, y no muy lejos de lo que antaño fue la iglesia conventual y hoy es la de la parroquia, nos encontramos con José Buíde, que es «o cura de Ortigueira desde sempre». José, que va con su hermana Lourdes de vuelta a casa, comenta, cuando le preguntamos por el nacimiento magnífico que tiene en el templo -el que nació de las manos del artista ferrolano Camilo Díaz Baliño, el padre de Isaac Díaz Pardo-, dice que su mayor ilusión sería poder verlo, por fin, restaurado; y que en ello anda. La madre de José y de Lourdes falleció hace un par de años, tras haber cumplido el siglo. Mientras se alejaban el cura y su hermana, ambos la iban recordando.

Los ciervos de pies blancos

Se me estaba viniendo ahora a la memoria la conversación que, no hace tanto, mantuvimos en Ortigueira con Luis Alberto de Cuenca, alrededor de la figura del rey Arturo, de la búsqueda del Grial y de los ciervos de pies blancos que tanto se resistían a dejarse abatir por quienes los perseguían cabalgando para darles caza con sus arcos. Fue junto a la Fundación Ortegalia, tras una conferencia que el poeta -coleccionista de primeras ediciones de Valle-Inclán- había dado. Siempre tiene, la villa de Santa Marta, algo que la hace muy proclive a la ensoñación y a los libros. Como tantos y tantos lugares de esta Derradeira Bretaña Nosa, que es la Última de Todas las Bretañas Posibles: la que sin necesidad de hacer sangre acaba con los dragones.