Manuel Marchena, nuevo presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo

Europa Press

ESPAÑA

El conservador se llevó 12 votos, por 7 de Conde-Pumpido

30 sep 2014 . Actualizado a las 18:18 h.

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha elegido con doce votos a favor al magistrado conservador Manuel Marchena como nuevo presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, que es la encargada de instruir las causas contra aforados como los miembros de las Cortes o del Gobierno.

El magistrado progresista y ex fiscal general del Estado Cándido Conde-Pumpido ha logrado el respaldo de siete vocales, mientras que el magistrado de tendencia conservadora Miguel Colmenero ha obtenido un voto.

La Sala de lo Penal es la encargada de revisar en última instancia las condenas penales e instruir las causas con aforados como son los magistrados que constituyen la cúpula judicial o los miembros de las Cortes y del Gobierno. Marchena fue el fiscal de Sala más joven de la historia del Ministerio Público, número tres de la Fiscalía General del Estado con Jesús Cardenal, en tiempos del Gobierno Aznar, y últimamente formó parte de una ponencia para asesorar al ministro Alberto Ruiz Gallardón en el intento de reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

De 55 años, Marchena procede como el también conservador Colmenero de la carrera fiscal e ingresó en el Tribunal Supremo en el 2007, también por el turno reservado a juristas de reconocida competencia con al menos 15 años. Durante la presentación previa a la votación de su proyecto ante el CGPJ, en un acto celebrado el pasado 11 de septiembre, Marchena indicó que se debe hacer un esfuerzo para admitir y estudiar los casos más graves para que «el condenado a 15 o 20 años de prisión no espere en la soledad de su celda una respuesta del Tribunal Supremo».

Además, subrayó como fundamental apostar por la unifificación de doctrina y que todos los jueces reciban un resumen de las resoluciones provocan cambios jurisprudenciales. Marchena enfatizó durante su intervención ante que los magistrados de la Sala Segunda deben tener un «contacto directo, cotidiano y puntual» de las resoluciones del Tribunal Europeo de derechos Humanos y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Aunque ha considerado «incuestionable la calidad de la pluma estilográfica», el magistrado sugirió «cursos personalizados» sobre nuevas tecnologías a cada magistrado de la sala. «No hay obstáculo generacional para facilitar esa transición y aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías», remachó.