Las claves de un golpe fallido

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

Treinta años después aún subsisten algunas incógnitas, pero sobre todo mistificaciones

23 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«El enigma del 23-F es que no hay enigma», sostiene Javier Cercas, autor de Anatomía de un instante, quizá el mejor libro publicado sobre el intento golpista que pudo acabar con la democracia pero paradójicamente supuso su consolidación definitiva y el fin del intervencionismo militar en España. «Sabemos todo lo esencial», asegura el profesor Javier Fernández, que publicó Diecisiete horas y media, uno de los trabajos históricos más rigurosos sobre el tema. Aunque es cierto que, en líneas generales, los hechos se conocen sobradamente, aún se mantienen algunas incógnitas, lagunas y mitos.

¿Había una operación política para desbancar a Suárez?

Sí y contaba con el apoyo de dirigentes de los principales partidos. Se trataba de desbancar a Suárez con una moción de censura que avalaría el sector de UCD liderado por Herrero de Miñón. El objetivo era formar un Gobierno de concentración que diera el «golpe de timón» que reclamaba Tarradellas para reconducir el proceso autonómico y aplacar a los sectores golpistas del Ejército. Esto hacía imprescindible que lo encabezara un militar que además fuera monárquico. Se habló de Sabino Fernández Campo, pero al final el elegido fue Alfonso Armada. El Rey recibió informes que decían que era constitucional. Fue la llamada operación Armada. Pero Suárez dimitió el 29 de enero y acabó con esa operación que técnicamente era legal.

¿Cuántos golpes había en marcha?

La operación Armada se transformó en operación De Gaulle, ya sin respaldo partidario. Se trataba de crear una situación de emergencia para forzar a los diputados a elegir al general como presidente. Milans se puso al frente de la conspiración. Tejero decidió lanzarse y tomó el Congreso sin saber cuáles eran los planes de Armada. Finalmente rechazó el Gobierno de salvación que le propuso Armada en el Congreso, que incluía socialistas y comunistas, porque quería una Junta Militar presidida por Milans, lo que hizo fracasar el golpe. En cierto modo había tres golpes, el de Armada, el de Tejero y el de Milans. Al tiempo se estaba fraguando el de los coroneles, que sería mucho más duro y sangriento y estaba preparado para mayo.

¿Dimitió Adolfo Suárez para parar el golpe?

Una frase que introdujo en el último momento en su discurso televisado da lugar a todo tipo de cábalas. Suárez dijo que se iba para que la democracia no fuera una vez más un paréntesis en la historia de España. Daba a entender que si se mantenía en el poder, habría un golpe de Estado. Una hipótesis verosímil es que conocía la operación Armada para derribarlo y se fue para desbaratarla. El historiador Javier Fernández opina todo lo contrario; cree que esa fue solo una frase grandilocuente para justificar su dimisión y que entonces no le preocupaban en absoluto los militares, sino sobre todo las conspiraciones políticas dentro de la UCD. Según su teoría, como dijo Calvo Sotelo, dimitió por «un estado de ánimo». Cualquier psicólogo que hubiera estudiado su perfil, argumenta Fernández, habría llegado a la conclusión de que era un hombre valiente que cuando alguien se le enfrentaba no se achantaba. Se le puede echar en cara su desconocimiento del mundo militar, cuyos asuntos dejaba en manos de Gutiérrez Mellado.

¿Hubo una trama civil que permaneció oculta?

Lo que se entiende por trama civil fue muy escasa; es decir, los que ponen los medios y el dinero. El golpe se diseñó de una forma tan elemental que no hizo falta. Significativamente fueron dos militares, los generales Iniesta Cano y Dueñas, los que aportaron algo de dinero y un piso donde se hicieron varias reuniones y llamadas. García Carrés fue el único civil condenado, pero una anécdota da cuenta de su escaso papel. Los golpistas se reunieron el 18 de enero en la calle General Cabrera, 18 para ultimar los preparativos. Carrés estuvo presente mientras tomaban café, pero cuando comenzó lo serio Milans le dijo: «Juanillo, tienes que irte, déjanos que esto es cosa de militares». Otra cosa es que hubiera muchos civiles que estaban abiertamente en contra de la democracia dispuestos a darles todo el dinero necesario.

¿Qué papel jugó realmente el Cesid?

Miembros del servicio de espionaje participaron en el golpe y algunos fueron condenados, como el capitán Vicente Gómez Iglesias. Varios agentes guiaron los buses de los golpistas al Congreso. Pero el Cesid como organización no estuvo implicado. Desde allí se informó de lo que pasaba a La Zarzuela y hubo agentes de probada lealtad democrática que trabajaron contra el golpe. Algunos analistas consideran que el comandante José Luis Cortina, responsable de la agrupación operativa de los servicios de inteligencia, que fue absuelto en el juicio, jugó un papel determinante. Entre ellos hay quienes argumentan que actuó para apoyar la opción de Armada, otros para que fracasara el golpe y un tercer grupo dice que jugaba a caballo ganador.

¿Quién era el elefante blanco?

Se especuló con los nombres de los generales Armada y De Santiago, pero nunca hubo un elefante blanco. Todo fue un invento de Cortina, que comparó ante Pilar Urbano al Ejército con un paquidermo difícil de mover que necesita un elefante blanco para que la manada avance. Otras cosa es saber quién era la «autoridad competente, militar por supuesto», que anunció en el Congreso a los diputados el capitán Muñecas. Ese tenía que ser Armada, que de hecho se presentó allí para ofrecerse como salvador.

¿Existen grabaciones de las llamadas hechas desde el Congreso?

El profesor Fernández sostiene que las pocas que había, grabadas en las casas de Tejero y García Carrés, ya han sido publicadas. Esas cintas fueron grabadas por orden policial en domicilios donde se había autorizado pinchar los teléfonos, no en el Congreso. Otras fuentes hablan sin ninguna prueba de cientos de horas de grabaciones hechas en el Congreso y otros centros militares y civiles: estarían escondidas o habrían sido destruidas. Gaspar Llamazares preguntó al Gobierno donde estaban esas cintas, a lo que el Ministerio de Defensa respondió que no tenía constancia de su existencia. En una reciente entrevista Laína calificó de bulo que hubiera cientos de grabaciones.

¿Qué papel jugó el Rey antes y en el golpe?

No cabe duda de que el monarca fue quien paró el golpe. Su inequívoca intervención televisiva resultó decisiva. Desde el primer momento actuó, codo con codo con Fernández Campo, para abortarlo. Ordenó a Milans que depusiera su actitud y previno contra el que había sido su preceptor, el general Armada, un monárquico a ultranza muy conservador. Si hubiera respaldado el golpe habría triunfado por unanimidad porque los militares le obedecían, como les había pedido Franco. Otra cosa es que el Rey había perdido la confianza en Suárez en los últimos meses de 1989 y no se recataba en hablar mal de él. También mantuvo diversas reuniones con Armada, en las que este le explicó su catastrófica visión de la situación y la posible solución que vislumbraba.