«La galleguidad es clave en Rajoy, lo inunda todo»

HÉCTOR J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

24 ene 2011 . Actualizado a las 10:17 h.

«No lo veía», admite el periodista Graciano Palomo, que acabó escribiendo «la primera gran biografía de Rajoy» por la insistencia de su editora. Además, explica, los acontecimientos políticos colocan al pontevedrés como «próximo inquilino de la Moncloa». Y Palomo, «como especialista en la derecha [publicó varios libros sobre Aznar y el PP], con mi independencia», no pudo rechazar ya la tarea.

-¿Va a ser el nuevo presidente?

-Sí, 20 puntos sobre el PSOE, y con el país en ruina, el pueblo ya no mira hacia otro lado.

-Vamos, que es el hombre.

-Sí, lo conozco bien, ya de cuando estaba en Galicia, aunque a él, que es hermético, no le gusta mezclar sus temas personales.

-Tiene su círculo, diríase.

-Es lo que descubre mi libro, sobre todo, el círculo gallego. Aquí verán sus amigos, su etapa de opositor, en Sanxenxo, su proceder gallego. Doy gran importancia a la galleguidad de Rajoy, es clave, lo inunda todo. Primero, por su desconfianza.

-Se cumple el tópico.

-Él ejerce continuamente de gallego. Véase lo que pasó con Cascos, se lo cepilló sin decir ni mu. Es el hombre impasible.

-¿Hay en él algo de su abuelo Rajoy Leloup, el autonomista?

-No. Es autonomista, pero sin pasarse. Hay cosas que no le gustan, pero no liquidará el sistema como pide Aznar. Que si le gustaría recentralizar sanidad y educación, sí. Es un hombre... Se lo describo: yo no tendría nunca un póster de Mariano en mi habitación, pero le encomendaría mi fondo de pensiones.

-Eso de que, aun mal candidato, será un buen presidente.

-Seguro. Va a ser un buen gestor, que es lo que pide la gente, que le arreglen las cosas de comer. Que es un hombre que no emociona, a la vista está.

-Pero, ¿él busca emocionar? Aquello de la niña...

-No, él huye de eso. Es el hombre menos telegénico que me he topado. Lo obligan, va forzado.

-¿Baja al ruedo obligado?

-No visita los salones de Madrid, no cena con financieros. Prefiere hacer mutis por el foro, y estar con los suyos. Además, tiene a gala ser independiente.

-Nunca se preocupó del gallego.

-No lo habla. Simplemente lo obligaba Fraga, a quien sacaban de quicio dos faltas en Mariano, el matrimonio y el gallego. Casar se casó, pero el gallego...

-¿Qué novedades trae su libro?

-Por ejemplo, cómo capeó el vendaval cuando pierde sus segundas elecciones, quién lo sostiene, porque estaba desahuciado. Se arrincona y lo apuntalan Arenas, Feijoo, Trillo y Camps.

-¿Por eso digirió sus trajes?

-Eso es. En definitiva, aguantó lo que nadie creyó que iba a aguantar. Porque desde Maura ningún líder en la derecha española tuvo tal acoso mediático.

-¿Es un fajador?

-Ni tuerce el gesto, es un fajador. Y sabe que tiene el poder quien manda y hace las listas.

-Pero aún se habla, ocho años después, de la sombra de Aznar.

-Fue muy perjudicial para Mariano, pero también eso supo aguantar. Y mientras no duerma en la Moncloa, estará ahí. Ya le hizo daño después de la derrota del 2004, que no era suya, era heredada, esa imagen de que no mandaba. Y esa idea la izquierda la usó bien y ha cuajado: el hombre del puro y de la hamaca.

-¿Es tan vago realmente?

-Creo que no. Es metódico, ordenado. En el fondo sigue siendo un hombre de provincias, al que no gustan las alharacas.

-¿Y la estrategia de inhibirse ante los problemas internos?

-Creo que eso lo aprendió de Pío Cabanillas. Hay muchas veces que las cosas se vienen resolviendo solas. A veces a Mariano no se le entiende, el pueblo no lo entiende. Él suele decir una frase enigmática, por ejemplo, cuando ocurrió el lío entre Esperanza Aguirre y Gallardón: «Pues mire usted, al final están donde deben estar».