El presidente José Bono muestra su malestar por la escasa afluencia de diputados al debate en el hemiciclo.
12 nov 2008 . Actualizado a las 23:10 h.El proyecto gubernamental de Presupuestos Generales del Estado para 2009 fue aprobado este miércoles en el Congreso gracias a los votos de los diputados socialistas, del PNV y del BNG. Los debates a las enmiendas parciales al texto fueron seguidos, como todos los años, por una menguada parroquia de parlamentarios, un hecho que llevó al presidente de la cámara, José Bono, a mostrar su malestar. «Se ve que Bono es novato en los debates de Presupuestos», comentaba con sorna un diputado socialista en el patio que separa el palacio de Las Cortes del edificio anexo. Ésa es la única razón, a juicio del parlamentario del grupo gubernamental, para que el presidente del Congreso se quejara por la escasa afluencia en el hemiciclo. En efecto, éste es el primer debate de Presupuestos que ha dirigido el ex presidente de Castilla-La Mancha y ex ministro de Defensa, muy celoso del respeto a las formas institucionales.
Bono expuso su desazón cuando a media mañana propuso al pleno cambiar el orden de discusión de los capítulos presupuestarios; en ese momento, habría unos 60 diputados en los 350 escaños que tiene el Congreso. Logró la conformidad de los asistentes y sentenció: «La opinión de los presentes es mucho más importante que la de los ausentes».
Esta situación no es nueva. Se repite todos los años ya que el debate de las enmiendas parciales ya ha pasado por el tamiz de la Comisión de Presupuestos y en el pleno se repiten los argumentos utilizados en ella. Además, se trata de asuntos tan particulares -una carretera, un refugio de montaña, un instituto, un saneamiento, el uso de un cuartel- que a su debate sólo asisten el ministro del ramo y los diputados afectados de forma directa. El resto suele seguir lo que sucede en el hemiciclo desde sus despachos por el circuito cerrado de televisión.
Sobre mojado
El problema en esta ocasión es que llueve sobre mojado. La portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, levantó la liebre el pasado 30 de octubre, cuando lamentó las numerosas ausencias de diputados de su grupo en la sesión de control al Gobierno de la víspera e invitó a los parlamentarios desertores a «renunciar» a su escaño si no estaban a gusto. En ese debate, el Grupo Popular no pudo hacer una pregunta al vicepresidente Pedro Solbes sobre las cifras de paro porque el diputado encargado de formularla llegó tarde. Y no es un problema patrimonio del Grupo Popular, ya que las filas socialistas también ralean en los plenos.
Las ausencias, sin embargo, se transformaron hoy en una concurrencia masiva a las interminables votaciones de los centenares de enmiendas que han llegado al pleno. Asistieron 347 de los 350 diputados del Congreso, entre ellos José Luis Rodríguez Zapatero con todos los miembros de su Gobierno que tienen escaño, así como el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y toda su plana mayor.
La votación no deparó sorpresas. La «entente» PSOE, PNV y BNG funcionó a la perfección y rechazaron todas las enmiendas del PP.Sólo aceptaron las acordadas entre sí, y que suponen inversiones por valor de 85 millones de euros en el caso de los nacionalistas vascos, y de 125 millones en el de los gallegos. Además, CiU llegó a acuerdos con los socialistas en la Comisión de Presupuestos para que se aprobasen partidas por 37 millones de euros; Esquerra Republicana consiguió pactar enmiendas valoradas en 12 millones; IU-Iniciativa per Catalunya, 38 millones: y Coalición Canaria, 25 millones.
También hubo acuerdos de última hora gracias a las denominadas 'enmiendas de campanario' y que suponen pequeñísimas inversiones públicas. Los grupos minoritarios lograron por esta vía que se aprobarán una veintena de partidas que en total sumaron 1,5 millones de euros.