La industria atunera ve en riesgo más de 10.000 empleos en la UE

m. sío dopeso, e. abuín VIGO / LA VOZ

ECONOMÍA

«Si no vendemos, tenemos que redimensionarnos», advierte el sector

14 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La competencia desleal de Papúa Nueva Guinea y la permisividad de la UE volvieron a ser el blanco de los ataques del sector reunido ayer en Vigo en la segunda jornada de la cumbre mundial del atún.

Ante una competencia brutal, basada en mano de obra de bajo coste, una materia prima barata y una permisividad arancelaria para campar a sus anchas por el mercado europeo, la industria atunera avisa: «Sufrimos un abandono por parte de nuestras autoridades que está poniendo en riesgo más de 10.000 empleos en los próximos cinco años en Europa por la pérdida de oportunidades de venta», afirmó el francés Adolfo Valsecchi, consejero delegado de MW Brands. «La UE no se está preocupando de lo que se está destruyendo en nuestro sector. Si no vendemos, tenemos que redimensionarnos», explicó Valsecchi, que cifró en 5.000 los puestos de trabajo destruidos en la industria atunera como consecuencia de la competencia de asiática y ahora de Papúa Nueva Guinea.

Juan Corrales, consejero delegado del grupo Garavilla, extendió las repercusiones negativas del atún low cost a un contexto más globalizado. «Solo el 8 % del empleo de la industria atunera mundial está en países de altos costes. El 92 % de los puestos de trabajo son de países en vías de desarrollo». Según su explicación, el empleo que genere Papúa Nueva Guinea en los próximos cinco años es el que se va a perder en países como Ecuador o El Salvador.

Juan Luis Alonso, director de operaciones de Jealsa-Rianxeira, denunció la falta de rigor en la aplicación de normativas de salubridad para la producción del rival oceánico. «Tenemos que exigir la misma normativa en todo el mundo. Para nada vemos que los controles sanitarios que se están haciendo fuera sean tan rigurosos como los que se hacen aquí», aseguró.

Marta Calvo García, directora de compras del grupo Calvo, apuntó como oportunidad de mercado la demanda generada en los países árabes y Centroamérica, sin ocultar su pesimismo: «El futuro de Europa en producción de atún lo veo negro si no se limitan las exportaciones de Papúa», dijo.