A un paso de la huelga general

Natalia Bore MADRID/LA VOZ.

ECONOMÍA

Salgado asegura que no se llegará a los cinco millones de parados, pese al recorte del PIB que provocará el ajuste

22 may 2010 . Actualizado a las 19:33 h.

La brecha abierta entre sindicatos y Gobierno continúa acrecentándose desde que el presidente Zapatero anunciara, por un lado, el contenido del plan de ajuste del déficit -cargándolo en el recorte del gasto y convirtiéndolo en el mayor tijeretazo de la historia a los derechos sociales- y, por otro, la aprobación por decreto de la reforma laboral en caso de que los agentes sociales no alcancen un acuerdo en la mesa de diálogo social antes de que concluya el mes, es decir, la próxima semana.

Comisiones y UGT aumentaron ayer -tras la aprobación el jueves por el Consejo de Ministros del plan de ajuste- el pulso al Ejecutivo. «CC.?OO. trabaja desde ya como si este país fuera a vivir una huelga general», afirmó el secretario general, Ignacio Fernández Toxo, desde Alicante, e idéntico planteamiento mostraron desde UGT, donde su secretario de Acción Sindical, Toni Ferrer, señaló que «hoy hay más razones que ayer para hacer huelga».

Que finalmente se materialice el paro general del que advierten las centrales mayoritarias y cuya convocatoria reclaman ya formaciones como USO, dependerá de que el Ejecutivo se replantee sus decisiones. «Aún está a tiempo de no llevar al Parlamento las medidas de ajuste y de negociar. Si el Gobierno persiste en sus agresiones, habrá huelga», sentenció Ramón Górriz, secretario de Acción Sindical de Comisiones.

Aunque oficialmente no hay fecha (todo apunta a que coincidiría con la convocada para el 8 de junio por los funcionarios) y que Toxo dijo desear que «el final» no sea la huelga general, pronosticó que «probablemente viviremos una», como consecuencia de la «reorientación de la política del Gobierno».

Los sindicatos consideran que las medidas adoptadas son «injustas» y «antisociales» y que, además, harán aumentar el desempleo, ya que se traducirán en una caída de la actividad económica. Este último aspecto -el del incremento del número de parados- fue negado ayer por la vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Elena Salgado, quien, después de que el Consejo de Ministros rebajara en cinco décimas la previsión de crecimiento para el próximo año, dejándola en el 1,3% frente al 1,8% previsto inicialmente, insistió en que la contracción no se traduciría en desempleo.

Aunque admitió que aún no se había determinado de qué forma afectarán las medidas de ajuste fiscal al empleo, la ministra negó con rotundidad que el país fuese a llegar a los cinco millones de parados: «Seguro que no, pero no hemos terminado todavía el cuadro macroeconómico».

El frente de la reforma laboral

En los frentes que el Gobierno tiene abiertos con los sindicatos ayer se recrudeció nuevamente el de la reforma laboral, después de que el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, afirmara que aprobarla por decreto dependería también de las organizaciones sindicales, que han anunciado que si esto ocurriese convocarían huelga general.

Corbacho recordó que la mesa de negociación sigue abierta, que «todos debemos hacer un esfuerzo y buscar consenso» y que, en caso de no alcanzarlo, cada interlocutor explicará sus motivos, mientras que el Ejecutivo tomará las decisiones que entienda son mejores para el interés general del país.

Desde las filas de UGT, Toni Ferrer respondió que los sindicatos están impulsando la negociación y que la prioridad es alcanzar un acuerdo que dé salida a los desempleados y que impulse el mantenimiento del empleo. Su homólogo en CC.?OO., Ramón Górriz, se manifestó en similares términos, e insistió: «Estamos trabajando en pos de un acuerdo, que sirva para potenciar el empleo estable y acabe con la temporalidad injustificada, sin menoscabo de los derechos de los trabajadores, pero no cabe duda de que el Gobierno tiene una grave responsabilidad, cuando en un tema que precisa recursos, presenta un plan de ajuste como el que ha aprobado».

Ante las críticas unánimes y preguntado por si el Ejecutivo tiene un as en la manga para calmar a los sindicatos y evitar el conflicto social que ya anuncian, el ministro de Trabajo lo negó: «El Gobierno no se guarda nada».