Injustas, inútiles y a traición

Jorge Casanova
Jorge Casanova REDACCIÓN/LA VOZ.

ECONOMÍA

Cuatro jubilados coinciden en que tocar las pensiones perjudicará al consumo y retraerá más la economía, pero lo que más les duele es el cambio de discurso«En mi experiencia he visto a muchos pensionistas que viven vergonzosamente, solos, abandonados... El mendrugo de las pensiones no se debe tocar»

16 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Lo primero es la desilusión. A Zapatero se le llenó la boca diciendo que no tocaría la parte social. Y ahora no solo lo toca, sino que se mete a sacho». La idea la expresa Antonio Tabarés, mientras los otros contertulios de esta improvisada mesa de jubilados cabecean asintiendo. Primera idea: sensación de engaño. «Las pensiones salieron de un pacto entre el Gobierno y los agentes sociales. No es de recibo que ahora se toquen sin consultar a quienes adoptaron aquel acuerdo», expresa Jose Luis Paz. Durante el encuentro, este sindicalista experto en pensiones, va a llevar la voz cantante, aunque apenas se producen discrepancias entre ellos. En cualquier caso, Paz introduce un símil que hará fortuna a lo largo de la charla: «Todos tenemos que arrimar el hombro; todos vamos en el mismo barco, aunque algunos con gorra de capitán y otros echando carbón».

Ruth, jubilada del Sergas, es la que tiene la pensión más baja («Yo soy de las que echa carbón») de los cuatro que conversan. Avisa de que no se siente muy preparada para intervenir, pero incide en la idea de la desilusión: «Desde luego, yo me siento desencantada, aunque no creo que todo esto sea culpa de una sola persona. Ponerse panza arriba y protestar no solucionará nada. Ahora, yo me pregunto: ¿Por qué no empezaron por los de arriba, por los que tienen más?». José Rodríguez, la cuarta voz de la charla, es el mayor; va a cumplir 80: «Las medidas del Gobierno son necesarias, pero también injustas por insolidarias; inoportunas, porque debían haberlas tomado hace dos años y tal vez ilegales. Tal como íbamos, navegábamos hacia el caos. De haber seguido así, no se salvaba ni el capitán». «Bueno, bueno. Cuando el capitán tenga que dormir en una cama, nosotros ya estaremos en una caja de kelvinator», interviene José Luis.

Desfavorecidos

El sindicalista y el ejecutivo recrean por un instante la extinta lucha de clases, pero pronto vuelven a la misma militancia, ahora son los dos pensionistas: «Somos los más desfavorecidos -sienta Rodríguez-, porque somos dependientes. Nos hemos quedado a lo que nos den. Y en mi experiencia he visto a muchos pensionistas que viven vergonzosamente, solos, abandonados...» y acaba con una frase demoledora: «El mendrugo de las pensiones no se debería tocar».

Antonio es el que más incide en que la congelación será una medida inútil: «Reducirá el consumo y será peor. A veces se olvida que somos siete millones de personas». Paz le apoya: «Hay muchas familias con problemas, que han acabado de nuevo en casa de sus padres y donde el plato en la mesa lo pone el jubilado». Y la propina del nieto, o el coche, van terciando en la conversación unos y otros. Jubilados de boquilla, muy activos aún para sus descendientes. En eso hay acuerdo. En si habrá ahorro o no, ya no tanto: «Es mucho dinero», apunta Ruth. «El problema es que en este país se ha despilfarrado mucho», continúa. Y ahí es cuando se desbocan todos y salta el rosario de obras e inversiones que conocen y que se han mostrado inútiles tras pocos años. Y el caso es que tienen razón.