Pescadores con el gasoil al cuello

Xavier Lombardero

ECONOMÍA

La Voz embarcó en una pareja de arrastre para conocer los gastos que supone despachar?los barcos para faenar

01 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Con el gasoil al cuello, los pescadores exclamaban el pasado jueves en Burela y Celeiro: !Vamos ao tacho, non é conto!, a la vista de que el precio del pescado no levanta cabeza y de que el transporte hasta las plazas también es más caro. El descontento no es solo por los altos precios del combustible. Muchos asumen que se adaptarían a dicha carestía si las cotizaciones en lonja fueran razonables, lo que no sucede. Bajura, arrastre o pincho tienen condicionantes distintos. Es miércoles y embarcamos en la primera pareja de arrastre al fresco que arriba a Celeiro y nos acoge: El Pino Ladra y el Hermanos Pino Ladra, que faenan en el Cantábrico. De domingo a viernes, sus motores diésel permanecen encendidos. El Pino Ladra de 31,4 metros de eslora y botado en el 2004 es un barco moderno, como la mayoría de los de la flota de Celeiro, renovada tras cuantiosas inversiones y con una clara vocación de seguir faenando. Si los gastos de explotación lo permiten. La pesca no parece que vaya a potenciarse, pero si falla el sector primario y se decide que es mejor importar el pescado, muchas zonas costeras se resentirán. Lo dicen los marineros rumbo al tajo. Solo estos dos barcos sostienen a 20 familias. Armadores y empleos indirectos generados en las lonjas, las comercializadoras, el transporte y los suministradores de todo tipo, aparte.

Con la crisis, cuanto más lejana está la pesquería, más difícil se presenta vivir del mar. Arrumbados hacia Estaca de Bares, hay algunos cerqueros que aún no han zarpado. Hace años embarcamos en A Pomba, hoy desguazado, cuando el gasoil se pagaba a 12 céntimos el litro (20 pesetas de entonces). Hoy el barco que lo sucedió, el Marino José, debe rellenar sus tanques a 72 céntimos el litro, pero el precio de la sardina en lonja no ha subido en la misma medida ni de lejos. Estas embarcaciones trabajan cerca de la costa pero no siempre salen en invierno, al contrario que los arrastreros; y cuando lo hacen, muchas veces regresan a puerto sin capturas al fallarles la sardina o el chicharro.

A pocas horas de amarrar para dirigirse a la manifestación de Madrid, José Pino, el patrón del Pino Ladra, señala la paradoja: «Temos un caladoiro pequeno pero moi rico, con zonas de coral, area, pedra, moito ou pouco fondo, que se recuperou e cría máis pescadilla ca nunca; sen embargo agora hai problemas para vivir del». La pareja de arrastre se dirige hacia un caladero a 17 millas de la costa, a poca marcha, pues espera largar el aparejo sobre las cinco de la madrugada. En esas condiciones, con mar de fondo del noroeste, el barco consume unos 37 litros a la hora, no mucho. Tras encontrar un sorpresivo viento de 30 nudos en la zona del lance, a la velocidad de arrastre de dos nudos el Pino Ladra consumirá unos 67 litros la hora con mar en calma. La pareja de arrastre necesitará unos 480 euros en combustible solo para alcanzar un caladero cercano, pero la cantidad puede ser del doble si navega más lejos o tiene que exprimir el motor para llegar antes. Luego tirará durante más de 12 horas del aparejo y deberá regresar a puerto para la descarga.

Pero estos gastos palidecen frente a los de las parejas y arrastreros en Gran Sol. Los hay que zarpan con 65.000 euros en combustible y que han tenido que cambiar la merluza por especies objetivo más cotizadas.