La amenaza del desabastecimiento golpea al planeta

Natalia Bore

ECONOMÍA

EE.UU. y el Reino Unido racionan el arroz y China y Brasil ya no lo exportan

25 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Las voces de alarma sobre la gravedad de la crisis alimentaria que se está extendiendo por el planeta, golpeando con extrema dureza a los países más pobres, no han dejado de multiplicarse. Primero fueron las advertencias de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que sitúa a cuarenta países en situación de extrema emergencia y a cien millones de personas en riesgo de morir a causa de la hambruna, y luego los llamamientos de organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Porque la escalada imposible de los precios de los alimentos básicos y el desabastecimiento ya no son exclusivos del área menos desarrollada del planisferio.

Y es que, por primera vez en la historia, en Estados Unidos se está racionando el arroz, algo que ni siquiera ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Dos grandes cadenas de distribución, como Wal-Mart -a través de su filial Sam's Club- y Costco, han comenzado a limitar a cuatro sacos de nueve kilos cada uno la compra de arroz por cliente, después de que los estantes de sus tiendas se quedaran vacíos en un corto espacio de tiempo. Sam's Club ha informado de que será una medida «temporal».

Producción suficiente

Aunque según los analistas norteamericanos no hay desabastecimiento y la avalancha en las compras -especialmente intensa en zonas con más población asiática- responde al constante encarecimiento del precio de este cereal, lo cierto es que el racionamiento ya ha sido copiado por Tilda, uno de los mayores importadores de arroz del Reino Unido y con una abultada clientela entre los restaurantes chinos. De este modo, en las tiendas de la cadena los clientes solo pueden llevarse dos sacos de arroz por persona, para evitar el acopio.

En el último año, el precio del arroz se ha doblado. El incremento de la demanda en países emergentes, como China y la India, sumado al desvío de parte de las cosechas de cereales para la producción de biocombustibles, son algunos de los factores que están detrás del alza desmesurada de los precios. Así, el mundo desarrollado, donde se aplaudió con optimismo el uso de carburantes verdes como alternativa ecológica para el planeta, los pone ahora -cuando menos- en cuarentena.

Una crisis de origen múltiple

Por primera vez, los cereales para el consumo humano tienen que competir con los que se destinan a la producción de bioenergía. Desde la vieja Europa, la FAO ha llegado a calificar el uso masivo de cereales para carburantes ecológicos como «un crimen contra la humanidad», mientras que, a la cabeza de los productores de etanol de caña de azúcar, el presidente brasileño, Lula da Silva, hace una semana daba la vuelta a la acusación y apuntaba a los países ricos como responsables de las «distorsiones» causantes del encarecimiento de los alimentos.

En lo único en lo que parece haber acuerdo es en la extrema gravedad de la falta de alimentos que sufren países de África, Asia y América Latina, así como en que la génesis de esta crisis responde a un cóctel de múltiples factores, donde se mezclan los biocarburantes y el aumento del consumo junto con el incremento de los precios del petróleo -que encarece su producción-, la especulación en los mercados de materias primas o el cambio climático, que condiciona las cosechas.

Solo para consumo nacional

En este escenario global, el Ejecutivo brasileño ha suspendido las exportaciones de arroz para asegurar la cobertura de su mercado interno, según anunció el ministro de Agricultura, Reinhold Stephanes, ya que este producto -junto con el fríjol negro- es la base de la alimentación en las zonas más pobladas del país. Igualmente el Gobierno de Lula da Silva estudia la adopción de medidas para reducir la exportación de otros cereales, como el maíz.

Otras países, como China, Vietnam, Egipto o la India, donde existe una enorme demanda, también están reduciendo las ventas al exterior para garantizar el suministro nacional.

De este modo, al disminuir el comercio internacional del arroz -que la FAO estima para el 2008 en 29,9 millones de toneladas, lo que significa un 1,1% menos que el año anterior- los precios seguirán en ascenso, perjudicando especialmente a los países con menos recursos. Ante esta difícil situación, con los motines del hambre como imagen más dramática, el director general de la FAO, Jacques Diouf, abogó en París por el apoyo a la agricultura, especialmente en los países en desarrollo.