En un duelo desagradable, marcado por las discusiones y las expulsiones de Pepe y Mourinho, el Barça toma una ventaja casi decisiva para meterse en la final de la Champions.
28 abr 2011 . Actualizado a las 14:34 h.Messi rescató al Barça y a un clásico que iba destinado a la ignominia. Un Madrid-Barcelona que se restregó en el barro de las discusiones, los golpes fingidos, la bronca constante, en el que el equipo local apenas tuvo argumentos ofensivos y en el que el Barça se sobrepuso a sus limitaciones para encontrar un resultado casi definitivo para entrar en la final de la Liga de Campeones. Un resultado que era 0-0 antes de la polémica expulsión de Pepe y la consiguiente roja a Mourinho por sus protestas, un lance que varió el rumbo del partido y llenará las próximas horas de debate.
El único que propuso jugar en el inicio fue el Barcelona. A pesar del remedo en defensa con Puyol en el lateral izquierdo y con la ausencia del talento de Iniesta, el equipo de Guardiola quiso ser lo más fiel posible a su estilo. Volcó a Villa a la derecha para atacar a Marcelo, y encontró el aire de un Xavi muy participativo. El Real Madrid salió con una propuesta cercana al anticlímax. Subido a la ola del éxito en Copa del Rey, con la sensación de un mejor momento futbolístico, físico y moral respecto a su rival, el Madrid rehuyó la tentación de disputarle la pelota al Barcelona, se resguardó en su campo y esperó. Cuando tuvo el balón, tampoco pareció muy interesado en hacer algo con él.
Özil no apareció en el juego, Cristiano Ronaldo sólo intervino en desafortunados lanzamientos a balón parado, Marcelo no influyó... El Madrid parecía satisfecho con el resultado, y sólo asustó con los centros al área en jugadas de estrategia y en sendos chuts lejanos de Cristiano repelidos por Valdés. El Barcelona careció de vértigo en sus combinaciones y de profundidad en Pedro o Villa. El asturiano desbordó una vez a Marcelo, tirando la diagonal y chutando con la zurda a milímetros de la portería.
Messi parecía imparable cada vez que encaraba pero lo hacía lejos del área y sin encontrar un socio como delantero. Su mejor aliado fue un Xavi inspiradísimo, que eludió la vigilancia de los perros de presa del centro del campo blanco. Chutó con peligro en el área obligando a Casillas a una gran parada tras una asistencia brillante de Messi. El Bernabéu apenas celebró una tarjeta amarilla a Alves antes de que el juego se embarrase en peleas de nuevo iniciadas en un Arbeloa convertido en un experto elemento desquiciante.
La trifulca se trasladó al túnel de vestuarios en el descanso, cuando Pinto recriminó al madridista su actitud y acabó expulsado. A la vuelta para la segunda parte, Mourinho movió su primera pieza con Adebayor por Özil, que no probó cuero. El Madrid nació al nuevo período más estirado, más presionante, alejando al Barça del área de Casillas. El Barça parecía más espeso, a pesar de una combinación por banda derecha que Messi terminó en un tiro repelido en la frontal. Con Villa y Pedro cambiados de lado respecto al inicio del partido, Xavi apareció menos y hasta Messi se volvió anónimo.
Pero entonces estalló toda la tensión. Pepe fue al límite con la plancha por delante sobre Alves, al que impactó. El alemán Stark entendió que era suficiente para roja directa. Mourinho perdió los nervios y también fue expulsado. El Bernabéu se incendió con la enésima polémica en un clásico, y los jugadores se olvidaron de jugar. En esas, Casillas evitó la única jugada decente del Barça. Xavi abrió a Villa, que volvió a tirar una diagonal y chutó para lucimiento del portero.
Guardiola introdujo a Afellay desde su escaso banquillo, y el holandés se convirtió en protagonista insospechado. Aprovechó un mal movimiento defensivo de Marcelo para servir a Messi el gol que rompía el partido. El Madrid acusó el golpe, no varió su plan desde los suplentes y la Pulga sentenció el partido y quizás la eliminatoria con la única dosis de calidad y esencia de todo el encuentro. Un clásico lleno de momentos que serán recordados, apenas uno de ellos por el juego en sí.
Real Madrid: Casillas, Arbeloa, Ramos, Albiol, Marcelo, Xabi Alonso, Lass, Pepe, Özil (Adebayor, min. 46), Cristiano y Di María.
Barcelona: Valdés, Alves, Piqué, Mascherano, Puyol, Busquets, Xavi, Keita, Villa (Sergi Roberto, min. 89), Messi y Pedro (Afellay, min. 70).
Árbitro: Wolfgang Stark (Alemania). Expulsó a Pinto por agredir a Arbeloa en el descanso, a Pepe por una plancha a Alves (min. 61) y a Mourinho (min. 63). Mostró amarilla a Arbeloa, Alves, Ramos -se pierde la vuelta-, Mascherano, Adebayor.
Goles: 0-1 (min. 76): Messi. 0-2 (min.86): Messi.