El niño mimado al que dieron alas

M. Ferreiro REDACCIÓN/LA VOZ.

DEPORTES

Vettel, llamado «el pequeño Schumi» por la prensa alemana, lucía desde hace tiempo la etiqueta de gran perla de la fórmula 1 y ha ido batiendo récords de precocidad

15 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Su canción favorita es Drive my car de los Beatles. Confiesa, entre risas, que le gusta tararear el tema Conduce mi coche . La prensa alemana lo bautizó como el pequeño Schumi. Bernie Ecclestone lo definió hace tiempo como «el piloto joven más talentoso de la fórmula 1». Sebastian Vettel ostentaba el título oficioso de perla del gran circo. Porque ha ido batiendo récords de precocidad hasta convertirse en el piloto más joven que gana un Mundial, con 23 años, 4 meses y 11 días. El niño mimado de Red Bull ha aprovechado las alas que le regaló Adrian Newey, el mago de la aerodinámica que diseñó el perfil milagroso de los monoplazas energéticos. Ya no es una promesa.

Como muchos otros pilotos, procede de una familia humilde, su padre es albañil y su madre es ama de casa, y sus primeros flirteos con el mundo del motor fueron a bordo de un kart. Después de brillar en otras categorías, aunque también estuvo a la sombra de Lewis Hamilton en la fórmula 3, llegó a la cima del motor. Vettel debutó en la F-1 antes de lo esperado. Fue para sustituir a Robert Kubica después del aparatoso accidente que el piloto polaco sufrió en Canadá. En el siguiente gran premio fue Vettel el que se puso detrás del volante.

Y se convirtió en el más joven en conseguir arañar puntos en el Mundial, al acabar octavo en el Gran Premio de Estados Unidos, en el trazado de Indianápolis. Después fueron cayendo otros registros: el más joven en liderar una carrera, en conquistar una pole position, en ganar un gran premio... Gracias a estas hazañas dicen que Schumacher siempre ha intentado colocarlo en Ferrari. Pero el niño prodigio derribó ayer la última frontera con el mejor coche, y era un Red Bull.

El chico de los sábados

A Ecclestone le gusta por su sonrisa y su carisma. Tiene casa en Suiza. Es extrovertido, orgulloso y competitivo. Le gusta correr sobre mojado. Admira a Ayrton Senna y ha llegado a decir que Schumacher es el mejor deportista de todos los tiempos. Pero no le gustan las comparaciones. Él fue el chico de los sábados en la temporada que finalizó ayer. Porque destaca especialmente a una vuelta. Sumó 10 poles esta temporada, una baza clave para conquistar el campeonato. No hubo nadie tan veloz en la parrilla.

Quizás su juventud le haya hecho cometer algún que otro pecado infantil este año. Como decir que la fiabilidad del coche era, literalmente, «una mierda» en el arranque del campeonato. O provocar el accidente con Mark Webber en el Gran Premio de Turquía y culpar públicamente a su compañero, tachándolo de loco. O protestar de forma vehemente una sanción lógica de la FIA. O maquillar fallos propios cuando no manejó bien la presión de luchar por la corona.

Aunque los responsables de Red Bull han presumido de ofrecer a sus pilotos igualdad de oportunidades en su batalla y han criticado a Ferrari por todo lo contrario, Vettel siempre ha sido el ojo derecho de todos los hombres que ostenta porciones de poder en la escudería austríaca, porque es un producto de la casa, ya que se formó en el programa de jóvenes pilotos del equipo. Él es la apuesta de futuro.

El alerón de Inglaterra

Sus triunfos se celebraron con mucho más entusiasmo que los de Webber en el garaje de Red bull. Pese a ese supuesto equilibrio entre los dos rivales, cuando en el Gran Premio de Inglaterra el equipo estrenó alerones delanteros y Vettel dañó el suyo durante los entrenamientos libres, Chris Horner decidió que el alemán utilizara el de Webber. Las alas eran para Vettel. Y voló.