El Inter fuerza al Barça a firmar tablas

DEPORTES

Pese a jugar cerca del área rival, los de Guardiola no lograron superar el entramado defensivo de Mourinho

17 sep 2009 . Actualizado a las 12:25 h.

Xavi en el Barça y Motta por el Inter. Los dos jugadores que más kilómetros hicieron ayer sobre el césped del Giuseppe Meazza (diez y medio por cabeza) resumen solitos el partido. Xavi se hartó de buscar el pase corto, de pisar la frontal del área interista, de picar el cuero para superar el muro neroazzurro . De Motta no hubo más noticias que las que trajeron sus múltiples carreras. Apenas rascó bola, empeñado en tapar vías de pase, convertido en un atleta sobre un campo de fútbol.

El duelo lo ganó Mourinho; lo ganó Eto'o con una sola intervención, un flojo disparo que no acabó en gol. De esos no hubo ayer en Milán. Vencieron los de casa porque embrollaron lo dispuesto por Guardiola; porque Ibrahimovic tuvo la misma efectividad que su sustituto entre los italianos, aunque cuadruplicara sus tiros a puerta.

Por momentos pareció que el Barça se salía con la suya. Antes del minuto diez ya habían tenido ocasiones Messi (por partida doble) e Ibrahimovic. Clarísima la del sueco, en un balón que envió fuera tras su clásico control con el pecho. El Inter tardó en desperezarse, pero apareció al fin espoleado por los errores del rival. Fue el turno de Maicon, Milito y Sneijder, aunque solo el intento del argentino puso en apuros a Valdés.

Fue una tregua antes del nuevo arreón culé, que dejó la oportunidad más clara del encuentro. La marró Keita por no tener dos piernas buenas. El balón que le puso Alves, raso, centrado, a pocos pasos de puerta y con Julio César vendido lo envió la diestra del malí a varios metros del poste izquierdo.

Lucio, soberbio

La escena más repetida fue la del pase picado de Messi, Xavi o Iniesta (que tardó 77 minutos en relevar a un flojo Henry). Se buscaba a Ibrahimovic entre una nube de piernas. Y una y otra vez el sueco perdía sus duelos con Samuel y Lucio. Soberbio el brasileño, al que le sienta bien cumplir años. La edad frena sus clásicas arrancadas en busca de la portería contraria (la edad y Mourinho), pero ayer no hubo nadie que se desempeñara mejor al proteger el marco propio.

Ni siquiera hizo Guardiola los tres cambios. Poco podía aportar el banquillo si ya el rival estaba encerrado en su campo. Quizá con Pedro o Jeffren. Aunque los canteranos ya están maleados por el librillo de Pep, que reduce el frente de ataque a los metros que separan ambos vértices del área. Con Alves más recatado que de costumbre y Abidal falto del talento del resto (ni el Barça se libra de la maldición del lateral izquierdo), las ocasiones morían en el atasco de la frontal o en la falta de vista del árbitro, que se tragó una mano clamorosa de Stankovic.

Era el Giuseppe Meazza, en el barrio de San Siro, pero el partido de vuelta promete sonar a película ya vista. Ni por un minuto le importó al Inter hacer de visitante. El resumen dirá que al Barça solo le faltó el gol. Entonces perdió, porque eran goles lo que el Barça iba buscando.