Hamilton encuentra la corona en la última curva

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Alonso finalizó?segundo por detrás?de Massa que, por un instante, se vio ganador del campeonato

03 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Han pasado casi ocho meses, 18 grandes premios, la primera carrera nocturna y visita a cinco continentes. Pero, aún así, el Mundial ha tenido que resolverse en la última curva de la última vuelta del último circuito. La fórmula 1, anodina en muchas de sus citas, siempre se guarda la emoción para el momento final. Hamilton es el nuevo campeón del mundo tras superar sus fantasmas de Interlagos, pero antes tuvo que ver como éstos se subían a su monoplaza en la última vuelta. El mundo se alzó ante el televisor cuando comprobó que, en ese momento, Ferrari dejaba de nuevo al inglés sin la corona. El box rojo estallaba de alegría. Pero, de pronto, también el de McLaren. El padre de Felipe Massa fue de los primeros en mudar el rostro. Falsa alarma. Hamilton había cruzado la meta en quinto lugar después de superar a Timo Glock en los últimos metros. Fin de la historia. Lewis Hamilton se convierte en el campeón más joven de la historia, anulando así el récord de longevidad de Fernando Alonso.

Se preveía que el asturiano animaría la carrera. Incluso Jarno Trulli, que comenzaba desde la primera línea. O tal vez Vettel, potente en la calificación. Pero ninguno removió tanto el orden de Interlagos como la lluvia intermitente que cubría el cielo de Sao Paulo. Eso provocó un retraso en el inicio de carrera con la consiguiente multiplicación de unos nervios que ya llegaban bastante encrespados.

De los primeros de la parrilla, Vettel fue el más atinado sobre el húmero piso, mientras Kovalainen comenzaba a ceder puestos para acabar fagocitado por la masa del tráfico después de perder un tira y afloja con Alonso, con lo que Hamilton se quedaba sin gregario.

Sin riesgos en la salida

El inglés aguantó bien la cuarta plaza, evitó riesgos y no se preocupó de Massa. Corrió con la calculadora, por eso se inquietó cuando, pasadas diez vueltas y los primeros repostajes, se vio por detrás de Fisichella en la sexta posición. Si un terremoto hubiese puesto fin a la carrera en ese instante Hamilton se habría quedado de nuevo sin el título. Sin esperar a que el asfalto se secase -y la mayoría calzaba neumáticos de seco-, Hamilton atacó al italiano de Force India pisando zona mojada y controlando el coche en la curva de Senna. Fue su acción más suicida del día pero también un gesto de campeón ambicioso. Mientras tanto, Alonso ascendía a la segunda plaza y Raikkonen se hacía el remolón en la cuarta. Su misión era frenar el avance del inglés y procurar que alguien llegase de atrás para arrebatarle el quinto puesto. Pero las distancias en Interlagos se hicieron enormes y los cuatro primeros construyeron una carrera anodina.

Hasta que volvió la lluvia. Faltaban cinco vueltas y la grada explotó de alegría porque llegaba un elemento que podía enviar a Hamilton varios puestos más atrás. Con Massa ya perdido en el horizonte, todos entraron al pit lane para poner neumáticos de agua. Faltaban dos vueltas y Hamilton acentuó la precaución. Tanto, que Robert Kubica consiguió desdoblarse y, lo que era mucho peor para él, Sebastian Vettel aprovechaba la puerta abierta para dejarle en la sexta posición. Es decir, fuera del título otra vez.

Hamilton se temió entonces lo peor. Atacó al Toro Rosso sin éxito mientras los espectadores ignoraban que Timo Glock no era un doblado sino el cuarto por mérito ya que no había cambiado sus neumáticos secos. Hamilton lo superó en la última curva y los fantasmas se arrojaron de su coche antes de cruzar la meta. Era el nuevo campeón.