El Celta llegó demasiado tarde al primer duelo del año en Tenerife

X.R. Castro

VIGO

07 ene 2008 . Actualizado a las 09:16 h.

El año comienza plagado de nubarrones para el Celta. Perdió en Tenerife mostrando una pobre imagen durante 80 minutos pero desmelenándose en el tramo final, en donde estuvo a punto de salvar un punto. Reaccionó demasiado tarde y lo paga dando vida al Tenerife y alejándose en un punto de la zona de ascenso.

El año deportivo comenzó con susto para el Celta. No había dudas de la presión y verticalidad del conjunto de Oltra, pero por extrañas circunstancias a los vigueses le cogió la estrategia con el pie cambiado. No se adaptaron y sufrieron con las llegadas de Santos y con el martilleo casi constante de Blanco y Ayoze en su banda derecha. El Tenerife comenzó hegemónico con un balón que apenas le duraba un par de segundos a los celestes.

El atrevimiento se encontró además con la anuencia defensiva de un Celta desconocido en tales cometidos. Un centro de Santos desde la izquierda sin excesivo peligro se encontró con una falta de entendimiento de los vigueses que lo único que hicieron fue dejar el esférico en bandeja para que Manolo Martínez marcase de cabeza. Esteban estaba a media salida y su propia defensa le había cortado el vuelo.

Pese a tanto error, el fútbol decidió conceder una segunda oportunidad al equipo de López Caro. Pese a carecer de fútbol de ataque y pese a mostrar su peor versión Perera decidió ir al rescate del equipo. El pacense sacó de un patadón defensivo de Roberto Lago el empate, aguantando las embestidas de la defensa local y marcando con el interior del pie en la salida del meta Navas.

Una jugada parecía suficiente para que el escenario del partido sufriese un giro radical, pero el Celta tenía demasiadas lagunas en su juego. Una oceánica en la banda izquierda, en donde Jorge Larena apenas entró en el partido. Por ese carril se fabricó el segundo tanto local con una penetración franca que culminó Óscar Pérez por todo el palo largo.

Ante semejante empanada a López Caro no le quedó más remedio que actuar. Sacó a Jorge Larena y colocó en el mismo flanco a Diego Costa, pero nada surtía efecto. Por momentos parecía que los celestes se desperezaban, pero nada más lejos de la realidad. Antes del descanso Nino hizo el tercero para los locales con una facilidad insultante. Aprovechó un sombrero dentro del área para marcar con una vaselina desde el punto de penalti. Con su estilo de juego estaban pasando por encima del Celta más caótico de toda la temporada.

El regreso del vestuario tampoco prometía nada bueno. Demasiado patadón y Navas de espectador. Los vigueses aunque tenían el balón seguían sin dar síntomas de vida. Lo hizo en otra pillería de Perera que pudo cambiar el partido, aunque también montar una gorda. Con Lequi conmociado y el Tenerife estátido el extremeño robó el esférico y lejos de enviarlo fuera buscó un pase en profundidad que Diego Costa a punto estuvo de convertir en gol. Para entonces el brasileño ya habitaba en la banda derecha y López Caro quemaba todos sus cartuchos dando entrada a Okkas (y a Manchev poco después por la lesión de Canobbio) y jugando con dos puntas. Faltaba media hora y el riesgo era la única solución posible.

La propuesta ofensiva no pasó de mera declaración de intenciones. El balón llegó a los dominios de Navas a cuenta gotas, siempre con un lanzamiento largo y con el esfuerzo individual como único recurso.

Aún así Okkas alimentó la esperanza marcando a falta de seis minutos y acto seguido Lequi pudo empatar. Entonces el partido se puso loco. Pudo sentenciar el Tenerife pero el Celta tuvo un par de ocasiones, la más clara de Manchev a la que respondió Navas. Un poco después Diego Costa lo intentó pero también se encontró con el meta rival. El partido acabó con Esteban sirviendo balones y el Tenerife ahogado, pero era demasiado tarde. El Celta debe aprender la lección de que a los partidos se llega en el minuto 1.