Las sombras del Thyssen

La Voz

CULTURA

Una exposición con 144 obras ilustra la importancia de la penumbra y el claroscuro en la historia del arte, la fotografía y el cine.

10 feb 2009 . Actualizado a las 13:22 h.

Una antigua fábula de Plinio el Viejo (siglo I d.C.) sitúa el origen de la pintura en Corinto, donde una joven muchacha, hija del alfarero Butades, habría trazado sobre una pared -y con la ayuda de una vela- el contorno de su amante. La sombra como tema o solución artística ha sido una constante en la pintura, la fotografía y el cine. Para subrayar esta importancia, el Museo Thyssen-Bornemisza y la Fundación Caja Madrid han organizado una muestra con 144 obras firmadas por un centenar de artistas. La idea le surgió a Guillermo Solana (conservador jefe del Thyssen) mientras leía el ensayo Breve historia de la sombra, de Víctor I.

Stochita. «Pensé: hay que convertir este libro en imágene».

La muestra, que se titula simple y llanamente La sombra', recorre seis siglos, desde el XV hasta el XX. Tras una introducción dedicada a explicar este mito, el recorrido arranca con algunos ejemplos de su uso en la creación de perspectivas durante el Renacimiento (Lorenzo Lotto, Gentile da Fabriano), así como las connotaciones simbólicas que tuvo en esta época. Continúa el itinerario con la obra de los pintores tenebristas del Barroco y su espectacular recreación de las luces y el claroscuro. En este apartado se pueden admirar obras de Georges de La Tour, Rembrandt, Jean Lecrerc y del llamado Maestro de la Luz de la Vela. La sombra se introduce entre los románticos originando sentimientos de inquietud y desasosiego. El óleo Sombras marcadas de Émile Friant (1891) es un buen ejemplo de ello. Esta estética de lo siniestro se aprecia también en cuadros de Goya, Menzel, Hunt y Lavater.

El simbolismo se aparta de la representación naturalista de la realidad y encumbró la visión subjetiva como eje de toda argumentación plástica. Lo misterioso y lo sombrío despertaron la creatividad de escritores y artistas. Edouard Vuillard y Félix Vallotton fueron dos grandes adictos a la sombra.La llegada del impresionismo aparca toda connotación negativa. La explosión de luz y color reflejan sombras, pero lo que percibe el visitante es una bocanada de alegría con los cuadros de Pissarro, Sisley, Monet o Ruisiñol.

«En las salas ofrecemos los mismos argumentos desarrollados en el libro; esto es, una distribución sencilla y un desarrollo cronológico coherente», preciso el autor del ensayo y comisario de la muestra, Víctor I. Stochita.

De Warhol a Hitchcock

Las salas de la Fundación Caja Madrid acogen la visión de esta peculiaridad artística durante el siglo XX. A comienzos de esta centuria, las sombras fueron desechadas por el cubismo y los movimientos abstractos, fieles a la bidimensionalidad del cuadro.

Hubo que esperar a Giorgo de Chirico y el retorno al orden de los años veinte para que alcanzase un nuevo protagonismo. «Las sombras, en De Chirico, confieren a la escena un aire de pesadilla», dijo Solana. «En los realismos del XX, lo siniestro convive con la falsa apariencia de un orden estable», añadió. Hopper, Picasso, Schad, Warhol, Dalí o Ponce de León subrayan las palabras de conservador jefe del Thyssen.

A muestra se completa con los la utilización multimedia y lúdica del juego de sombras. En este apartado se han seleccionado trabajos de fotógrafos como Man Ray, André Kertesz, Umbo, Rodchenko, Ramón Masats, Francesc Catalá-Roca. También se exhiben fragmentos cinematográficos de Murnau, Fritz Lang, Peter Greenaway, Eisenstein y Hitchcock. Cierra la oferta un conjunto de tres fotografías de gran tamaño de la artista británica Sam Taylor-Wood.