El dibujante Arnal Ballester, galardonado ayer con el primer Premio Nacional de Ilustración, ha confesado su «aturdimiento y emoción» al recibir esta noticia cuando impartía una de sus clases en la Escuela Massana de Arte y Diseño, de Barcelona. «Ha sido un mazazo muy positivo que tendré que asimilar. No me esperaba esto. Seguramente hay gentes que lo merecían más que yo», declaró Ballester, localizado por teléfono, y recordó que su actividad ilustradora se ha desplazado últimamente del campo editorial a otros que hoy le proporcionan «más felicidad», como los del cine y la animación.
En efecto, este creador barcelonés de 54 años, que dice inspirarse «observando mucho» a su alrededor, ha desarrollado la mayor parte de su trabajo como ilustrador de libros y portadas, y considera que este oficio se hace difícil «en un país como este, con escasa sensibilidad para la cultura». Su principal fuente de inspiración es «la vida», explica. «Observo mucho a la gente, los espacios, los acontecimientos...», añade.