El documental «Lobos sucios» entra en las minas de wolframio

Tatiana López

CULTURA

07 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuenta el realizador gallego Felipe Rodríguez que sus primeras películas fueron las que veía a través de los ojos de su abuelo. Heredero de una tradición oral nacida en las entrañas del Ourense interior, no fue, sin embargo, su familia, «sino una antigua profesora», la que le habló por primera vez «de la historia de las minas de wolframio de Ourense en las que cientos de prisioneros cedidos por Franco trabajaron para los nazis sacando este material». Un capítulo enterrado en la memoria de la historia gallega y que Rodríguez rescató del olvido gracias a su documental Lobos sucios , que ayer se estrenaba en la isla de Manhattan dentro del marco del popular Festival de Tribeca.

Guiados de la mano de los nietos de dos de los protagonistas, un regente de las minas y un trabajador que consiguió escapar para después convertirse en maqui, el verdadero hilo conductor del filme es, sin embargo, «el relato de un mineral que trasciende la historia y que como todo en esta vida se puede usar para lo bueno, como generar energía, o para lo malo, como munición», en palabras de Felipe Rodríguez, quien tardó casi cinco años en poner sobre el celuloide lo que tenía anteriormente en la cabeza. «Básicamente nos encontramos con dos problemas: la labor de documentación y el dinero para llevar a cabo el proyecto».

El problema de efectivo se resolvió gracias a la colaboración de la Xunta de Galicia, que en estos momentos exhibe el documental en 35 municipios. Para revivir desde el papel a los personajes de esta aventura, el equipo contó con la colaboración del historiador Isidro Tato. «Fue gracias a él que conseguimos bucear en los registros de la época y encontrarnos con personajes como el de Manuela», relata Felipe Rodríguez.

Una historia diferente

Más conocida como Manuela Valle, esta trabajadora de la zona, encargada de lavar el mineral tras su extracción, fallecía apenas unos días antes de la premier oficial del filme, «pero nos dejaba uno de los testimonios más intensos y cercanos del conflicto», asegura la periodista Silvia Balanza, quien con la ex componente de Greta y los Garbo , Belén González, forma la piedra angular del documental.

Empeñados en reinventar además la temática de la guerra civil, los tres componentes aseguran: «A nosotros nos interesaba una nueva mirada sobre el conflicto, lejos de la política y cerca de las personas».

Precisamente por eso la película no incluye una voz en off de la versión de los hechos, aunque sí una música «inspirada en el misterio que rodeó a todos los acontecimientos», resume Belén González, encargada de la banda sonora. Arrastrados por los sonidos de grupos como Leirias o Nomhadas, también la colaboración del escritor Manuel Rivas se ha colado en una producción que, a pesar de todo su dramatismo, también deja su hueco a la ironía.

«Y es que no deja de tener su gracia que, en una época en la que Galicia no disponía ni de electricidad, existieran ya centrales nucleares alimentadas por nuestros minas», concluye Rodríguez.