Carlos Giménez: «Cuento mi vida en cómic porque me la sé»

CULTURA

15 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Carlos Giménez estuvo en Compostela para participar en las actividades desarrolladas alrededor de la exposicións Historieta galega. Giménez explica con rotunda claridad las circunstancias que ha vivido en España el tebeo y las etapas que ha ido atravesando desde que el empezó «como un lector que dibujaba».

Para el autor de Paracuellos ha habido tres grandes épocas desde que se estrenó. La primera era la época de las aventuras. A él le tocó de ayudante. Recuerda que «dibujaba para otros en una época en la que se hacía mucho tebeo de aventuras».

La segunda época fue profesionalmente mejor, según Giménez. «Comenzó a haber revistas, podíamos publicar con facilidad y quizá se puede decir que había más demanda que dibujantes». Esa época, entre los setenta y los ochenta, se convirtió en el bum del cómic español, lo que, entre otras cosas, consolidó el carácter autoral de los dibujantes y les «permitió escoger la revista; se ganaba dinero aunque eran jornales, no era como Hollywood». Giménez recuerda que los «autores escogían sus temas y los editores estaban muy abiertos».

La tercera etapa que marca el dibujante es la que llega hasta el presente: «No hay revistas, los buenos dibujantes trabajan para fuera y hay gente que confunde un fanzine de 1.500 ejemplares con una revista». Para subrayar la situación asegura que «la única revista que queda es El Jueves, pero paga lo mismo que hace 30 años».

Cómo una situación de buenas ventas y de muchos autores ha pasado en la actualidad a una cierta situación de marginalidad para el gran público lo atribuye Carlos Giménez a que «en España siempre ha habido buenos dibujantes y malos editores».

Para el dibujante, «los editores siempre han dedicado poco dinero a editar, sobre todo en esta última época». Recuerda que El Capitán Trueno «tiraba hasta 400.000 ejemplares, y no hay bestseller con esos números». Sin embargo, Giménez explica que los editores han preferido no invertir y desplazar la historieta hacia territorios más pequeños. «Cuando las grandes editoras se han metido, lo han hecho de la peor manera, lo han llevado a distribuir en las piperas. Al no llegar al quiosco, se acabó la clientela». Carlos Giménez continúa la argumentación asegurando que, cuando «los editores sacaron al cómic de los quioscos para colocarlo entre especialistas, mataron la posibilidad del gran público».

En cuanto a su manera de hacer historieta, asegura que se enfrenta a su profesión «como un director de cine o un escritor». Precisamente por eso dice que le gustan las «historias de hombres y mujeres reales», del mismo modo que dice contar una parte de su vida «porque me la sé», aunque contar la «posguerra no deja de ser un coñazo», por más que le guste «mucho más que los superhéroes».