«Confirma los contactos con Flandes, China o América»

La Voz

CULTURA

29 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Miguel San Claudio confirmaba ayer que, efectivamente, «la historia de Baiona está en el fondo de su bahía y es el mejor archivo histórico de la ciudad, eso, sin duda, pero también la del mundo en general y la de España, en particular». La corporación local es consciente del valor cultural y potencial del yacimiento, por lo que ayer le entregó personalmente al presidente de la Xunta, que visitó la localidad, el acuerdo plenario en el que solicita que «las piezas más esenciales» formen parte del futuro museo de la navegación de la villa. Un propuesta «razonable» para el mandatario gallego.

El experto arqueólogo resaltó también la grandiosidad y repercusión del puerto que recibió la noticia del Nuevo Mundo durante la Edad Media. «Tuvo una gran afluencia de buques a lo largo del tiempo y esto ha provocado que, en el fondo, se hayan ido depositando materiales, unas vez perdidos desde los barcos y otras, arrojados desde ellos; todos han formado este importante depósito arqueológico», explicó. El patrimonio subacuático de toda la bahía parece incalculable ya que, la franja en las que se realizaron las prospecciones es tan solo de 80 metros de largo por 25 de ancho.

Conservación excepcional

Un primer análisis de los restos posibilita ya evocar episodios históricos. San Miguel destacó que, «a partir de ellos, se están detectando los contactos que hubo con Flandes, durante las guerras en aquella zona o con partes tan distantes del Imperio como Filipinas y sus contactos con China o del tráfico comercial con América y, por supuesto, de la actividad pesquera de los habitantes de Baiona a lo largo del tiempo». «Lo más importante -dijo- es el conjunto de lo recuperado, por cuanto facilita una visión histórica sobre el pasado que, de otra manera, supondríamos, pero aquí está su constatación física».

La conservación de este tesoro es también «excepcional, porque en el mar todo se conserva estupendamente; los restos enterrados, al no tener luz ni oxígeno ni actividad biológica, se conservan prácticamente de forma indefinida».